miércoles, julio 20, 2022

Zelig en mi

 Lo tengo claro, cuando me pongo enfrente de Yulimar, ella llevará un abrigo, en invierno, exagerado pero a mí me da por saltar unos centímetros más que ella. Soy de muchos aspavientos, así que luego cuando ella gana, porque yo no soy de ir a esos grandes acontecimientos, ella gesticula más que yo. A mi, en cierta manera, me da rabia que es lo que ella quiere porque me pongo a hacer castillos en la arena, allá donde esté viendo su competición y enseguida la envío una foto con el castillo terminado. 

   Cuando tras ganar, la veo dando saltos en el mismo sitio, sé que me envía un mensaje. No le ha gustado y prefiere que me vaya más lejos. A buscar otras arenas que me permitan hacerla un castillo a un mayor. De alguna manera me obliga a salir de mi ensimismamiento; cojo un barco, un coche y me meto en el desierto. De no muy lejos, por donde paso, procede Mo Katir. Con él, en nuestras carreras noto como es correr si oxígeno. Me imagino en la luna y como Neil Amstrong, empiezo a dar saltos, porque en mi despiste no he abrochado la escafandra y me veo volviendo a la nave a ponerme otra , con el último hilo que me quedaba de vida. Eso me pasa cuando corro con Katir y con Mario, que el bestia ha bajado 5 segundos su mejor marca.

  Pero en la búsqueda de la arena, paro cuando veo a Russell, tengo que entrar en el último momento a la plaza porque sé que Joaquín es un traidor y en cualquier momento le hará alguna treta. A mi me pasa como a Crowe que es tocar la arena y los recuerdos me golpean con la suavidad de los besos de ella y le robó versos a Neruda, "porque en noches cómo estas la tuve entre mis brazos (...), ella me quiso, quizás yo también la quise, que importa el cielo está estrellado y titilan los astros a lo lejos.

  Allí, en Ait Ben Haddou, me quedaré unos meses para aprender la técnica de construcción en barro. Rojas merece eso y más. Cuando vuelva, el verano ya pasado, con alguna otra medalla volverá a llevar otro abrigo de más arriba a más abajo. Incluso andando, quiere flotar. Yo no, lo mío es volar, pero es otra historia. No sé cuándo empezó, pero desde hace tiempo parece que estoy aterrizando todos los días.

   ¡Qué maravilla es el pueblo; los pozos son muy profundos pero desde el primer día nos ponemos a saltar obstáculos. A mi que Asier Martínez los supere con una técnica más depurada me parece lógico. Cuando empecé , hace más de 30 años un camino que duró sólo hasta Logroño y pase por su pueblo. En aquella época pasarlo ya me parecía que requería una técnica especial. Loa a los 110 metros vallas. Aunque para vallas las que ponen entre Marruecos y España. Esas, que son muy altas, se quedan pequeñas ante saltar un desierto o superar el brazo-martillo alargado de un negrero. Aunque de estos los hay allí, en África, pero también conocemos a alguno en el lado de enfrente, España. De estos , a veces, es mejor no decir el nombre porque ya envían a sus televisiones, como dice Miguel Ramos, a nazis de mierda, que hablan de la susodicha que les han metido en la cabeza. Les hormonan, los recrecen como con las vacas que iban a vender los tratantes poniéndoles aperos limpios y les dicen soltar las basuras que os hemos inoculado. Existe mucho mercenario que por dinero u otros tiros pondrían en la tele hasta la grabación con el lugar de su nacimiento, aunque fuera en la calle.

  De los obstáculos se aprende, a no ser que te den un palo y te dejen insertado en él o en el suelo que te reciba que luego sirve de espacio para tu apaleamiento. Hay seres que se incomodan al recordarles su misión. Cuando ellos, y yo, volvemos a casa, el problema lo siguen teniendo aquellas personas que añoran lo mismo que tú. Es desagradable tu tarea y entraña sus peligros. Pero ten un poco de empatía con quién la única muestra de humanidad que han tenido en los últimos tiempos, por parte del otro, del diferente, es tu porra. Si a ellos les han animalizado muchas veces, no dejes que lo hagan contigo desde la prepotencia, rabia y el miedo, que también se tiene, es humano y es bueno saberselo reconocer en uno mismo.

  Así que con todas estas historias; los amaneceres con Camarón y cogiendo las semillas de Federico, idiota que habías matado a Lorca, ni en mil años, ¡sin nombre!. Estoy cimentando un castillo merecedor de Yulimar. Iván, para mi que me ve como un impostor, yo tomo otro traje y le canto 

  Como el agua

 

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