lunes, marzo 16, 2009

el irresponsable periodismo deportivo

Su máxima es contribuir lo más posible a que no haya paro entre el colectivo de los entrenadores. Los periodistas, en la mayoría de los casos, no tienen ningún título deportivo, a no ser los diplomas que se dan en las fiestas de los pueblos y sin embargo, hablan con una arrogancia que chirria

sábado, marzo 14, 2009

Teatro, amor al agua

Soñe representar y en mis compañeros descubri los inmensos océanos de la entrega hacía señores de todo porte. Hubiera querido absorber un sólo personaje, que clavará su aguijón en los dormidos días.

El miedo a la acción, produce monstruos, no lejanos, sino permanenteme abrazando nuestros días. Conocen la inocencia en las que nos envuelven mil preocupaciones y navegan eufóricos, timadores de negras pozas, ahora ofreciendo un homenaje al agua, besadores traidores, que quieren privatizar. Apoyados por seres que manejan delegaciones de instituciones internacionales para hacer ideología.

Personaje invernado, sin palabras, sin gestos, dueño de emociones, de acciones que silentes, buscan tu paso que tu ansias

Si algún día despertaramos y nos cuestionaramos, dudarían al montar timbas de dados marcados

Daga,

Crecí sin raíz, absorbí sol, agua, alimento fast food en iguales cantidades.
Busco culpables, necesito tener culpables, no quiero mirarme, soy rey, me dicen, de magníficas ropas, alaban mi buen gusto, mi porte, mis posibles; inquietado sólo al pasear por calles rebosantes de hidalgos, cuando la mirada de un pedigüeño, clava una daga con mi desnudez en un segundo reflejada.

Me olvidé del estado, siendo yo ya monarca, ganancias llegaban, no para repartir hacía vagos ausentes de mi sacrificio. Mostré mi poder, lleno era de sabíduria, quedaban marcados en los débiles mis zapatos de pieles imposibles.

Ahora, que el suelo mostro su pobreza, que ya ningún elemento me hace crecer, me percato de mi verdadera desnudez; aparece en un milagro, magos en quien confio mi grandeza, generosos que siguen vistiéndome para reclamar al odiado estado que sigo siendo el primero, que los vagos, que siempre estuvieron ahí, van detrás. Que suerte tengo que estos magos, tengan siempre escenarios para ampararme.

A veces, paseando entre alfombras, me cruzo con un miserable que habla de quien creo Franskestein, que de prototipo hacia la perfección, abrio caminos a la degeneración, no sé porque otra vez, en un segundo cruel, siento la daga.

Posibles

Sería duro reconocer una ideología como paso previo al reconocimiento para mi incapacidad para pensar. Desde la impunidad de su agnosticismo enfrento mi razocinio a las palabras blancas, no teñidas, en ellas, tras una reflexión intuyo los caminos marcados por los railes de la rabia.

¿Quien se atreve a declarar a la sociedad, sus verdaderos males sin el riesgo de parecer un iluminado?.

Ayer, oía una conversación donde una voz transladaba verdades proclamadas en púlpitos del odio, alimentos fast food, de ingestión veloz y de pesada digestión.

Ávidos de poder ponen el objetivo en el inmediato Zapatero, olvidando las fracturas que muestra un modelo de sociedad, vano, ilusorio, regentado por los poderosos que esclavizan al eterno pueblo cegado por beldades no ahora ya, en bajeles navegando a lejanos continentes, sino en magnos transatlánticos de hipotecas individuales que les esclavizan hacia los jefes, hacía las iglesias, hacia los políticos serpientes, hacía sabandijas de lenguajes bífidos

En el otro vuelo sostenido por la vega del Henares durante la semana, iluminaba mi reflexión, amigo ser ansioso del poder de la mente para revelarse del dictado de los proclamados reyes. Lejano, tiempo paradójico pleno de información, el momento llegado de la asimilación de nuestro propio poder para la búsqueda, fuéramos monarcas conscientes de nuestra desnudez y de ahí, más capaces de crecer.

Equivocaciones inmediatas, aciertos celebrados, sólo momentos. Amaneceres, sólos en las playas, borradas sendas; pasos a trazar entre los granos de arena que quisieran confundir pasos necesarios.

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y