Me dicen de pasar, la ITV. El coche lo hizo ayer y sin ningún problema pero yo no lo tengo tan claro, en mi caso he visto pasar un ave y ya no sé cómo llamarlo, es lo que tiene que si a uno le llaman avlo, al otro ave, al otro me callo por no recordar, no me dirán que no es para estar comentándolo hasta en la mesa camilla. Siempre, a la mayoría, las he reconocido, con los años más. No al nivel del ornitólogo de Colombia que reconoció una que sólo podía estar en Ecuador; cuando estaban acusando a un político de izquierdas, con algún montaje.
En mi caso, con muchos miedos y con pie derecho de plomoby con la ayuda de gente honesta, voy conociendo algunos pájaros. Cantan bien y aparecen, siempre, revestidos de un plumaje que parece te lo harías allí mismo, con ellas. Lo de la voz, me refiero. Menos estos días constipado; que pegas una tos y sale todo el mundo expulsado de tu veraaaaa.
Sin embargo, no existen pasiones que cien años dure; ahora que llega el verano y que de vez en cuando apetece rezongar, añoras aquella pradera, cama sin fin y abierta a pequeñas exhibiciones.
Por estas razones y no otras cuando vas a clasificar a esos animales voladores, no es fácil cogerles el aire. Van de árbol en árbol pero también buscan aposentarse en balcones, terrazas y otras obras humanas. Los cernícalos en mi ventana se me quedan mirando, pero yo no soy como Ray, uno de los suyos. Son curiosos, pero no creo que capten tanto como los aparatos de Villarejo. Eso sí que es captar, además a los de su misma especie, que eso ya es darse confianza entre timadores. En lo real, Michael sabía protegerse bien, no así el jefe de la policía de Nueva York, corrupto.
No sé, existen épocas que lo de la mujer del César, creo que estaba entre algunos de sus amantes. Y ya lo dijeron los del confusionismo.
"Yo pensaba, yo pensaba", leche ni que ocho cuartos. Aunque sea, parecelo y disimula.
El que no pasa la ITV es mi portátil. Mira, que me conozco, café, siesta, ordenador. Paliza hasta caer en el sinsentido y esto último se hizo, no carne, sino que se izó sobre uno de los bordes y sin equilibrio, pues lo que todos, menos yo, encima de la más guapa o en el caso del líquido, entre los huecos de las teclas.
No había luz, ni claridad en la cabeza; de repente el ruido de una fritanga. Para mis adentros, "otra vez, hijo mío" por las autopuñaladas que me infrinjo, en mi enfado. Portátil out
Había dejado también el podcast en el móvil. Heavy lo de los audios ¿Eh? Le he dicho a David Fernández, el tuitero que parodia mensajes de los tiktoker.
El caso que tras la comida, en las grabaciones estaban en los postres; al sentir el olor a mi café, el mejor del mundo, una delicia, se han dado la vuelta y me han invitado a compartir mesa con ellos. He pedido, ya puestos, una tarta de queso
José Manuel me ha reconocido y con una seña que tenemos los que grabamos todo, ha preguntado si apagaba, él.
No, hombre, no, le he dicho sobre otra cosa, pero también que entendiera sobre esta, que seguiríamos grabando, es nuestro sino
El portátil lo he puesto sobre la cornisa, ante el vacío, por si se volvía a llenar de alguna manera. Él ha venido a fumar a mi lado. Nuestros pies en el aire. Nuestra autoestima viajando a Marte
¡Vaya tela! En ese momento, desde su vacío existencial, una señora, con el pelo cardado y sin un gramo para esnifar, pero si alguna bolsa de kilo, ha gritado con una voz de rica vulgar, "me van a comer dos pollas, esa gentuza". Creo que lo decía por los de los círculos. Porque yo, porque yo, seguía, tengo un programa y una desvergüenza que me protege.
Nos hemos mirado, como preguntando si habíamos apagado.
Nos hemos sonreído.
Mi café ha hecho estragos. Mientras arreglan el ordenador, con ese olor a café intenso
¡Vaya puertas se me abren!
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