lunes, julio 18, 2022

El motor

 No siempre tuve la oportunidad de realizar el viaje que quería. Podría buscar más motores para entender otros mundos. Una silla en mi escritorio es el ancla que se levanta para traspasar las barreras de los papeles. 

 Nada, ni nadie me impedirá estar ahora en la mente turbia en un exoplaneta habitado por capas de putrefactos árboles que sueñan convertirse en pellet, porque la opción de ser chorizo, ha sido copada por la mente enfermiza de alguien ahogado en una mierda, la cual es capaz de absorber como el gran Camilo por una oquedad, ahora, inferior y expandirla, en este caso expulsándola por la superior. No es cosa menor si por ese espacio ha debido ya meter cremas y gominas que le sujeten la maldad de una efigie que también parece robada.

  Comprendió que a su motor nunca le bloquearían, le sabotearian o lo dejarían sin recarga; había tanta bazofia a sacar, o faltriquetas rebosantes de codicias, que su capacidad era apreciada en los más bajos lumpenes.

 La historia había mostrado que las sabandijas, las hormigas y los tiranosaurios podían aspirar a permanecer por una eternidad nacida; nadie, podía imaginarse que de las tres, fuera la sabandija la que mostrará su mayor adaptación a las hecatombes que se avecinaban

  Hoy, sin ir más lejos, cuando todo se hacía ceniza. Él encontró el mazo de Mambrino, lo tomó, se protegió a su sombra y soñó que por la noche le ensartaria. 

Se imaginó que a ese milagro, otro le sucedería: su hierática cara, entraría en ebullición y se imaginó ser:

  Mistress Bean o not to bean

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