lunes, julio 11, 2022

Dicen, porque dicen

 Aparece Javier Krahe muy serio. Cuando le vi en el Central, me quedó la sensación de hacerlo de pasada, como echándole un vistazo; no para intentar que lo que decía se  quedara en mis entrañas. En mi caso pasaba que no habían tenido la necesidad de pedir la opinión de las trece para saber si lo mío era muy pequeño.

 Sería que haber pasado por la superficie de las cosas, me llevaron a la entrada, aunque de entrada, era, no. Uno se avergüenza y cuando se hace mayor, lo esconde pero algunos petrimetes, ahora, cuando te lo quieren poner en evidencia y en la vida te ha llevado a un cierto mayor conocimiento, sin mucho compromiso, la verdad, sales con la guitarra que has puesto en el salón a modo de dedo índice y les dices que os den.

   Monet, en Orsay, si me impresionó en el momento, quitar el humo de una antiquísima estación y dejarlo en un bar es lo que tiene que todo parece frotar y se diluye; sus cuadros, no.

 Dos viñas, muy diferentes entre sí, te pintan en mitad de su espacio. El Sol, con el tiempo te aporrea, y temes desfallecer, no en la primera, que parece una concubina de Baco, turgente, esplendorosa, lasciva; subes la empalizada, como para decirla me debo a ti, porque no te crees con derecho a participar en su exuberancia.

 Es en la segunda, cuando el astro ya ha encendido toda la atmósfera que sueña con abrasarte, es cuando el cuerpo se hace humano y por un momento se tumba, pero sin el resplandor de la hierba, sino de un secano que tiene vides que quieren volver a ser, aunque hace tiempo que les dejaron de dar lo justo para lo fueran.

  Es en este lugar donde noto múltiples pisadas. Son grandes, han entrado ya en lo que consideran sus posesiones y han empezado a comerse alguna de ella. Avisan que seguirán adelante.

   Te has llevado toda la parafernalia, alambre, tijeras, cuerdas, mazas, el trabajo, por hoy parece completado. Sabes que queda un hueco y por ahí, tratarán de colarse.

  Te prometes ir enseguida, no mañana. Tomas notas del único lugar donde han dejado cagarrutas, como las de Ferreras, con sus desvergonzadas explicaciones.

  Ahí, por los suelos están ambas, sabes que detrás están todos cérvidos que las expulsan y les protegen, por eso, desde la sombra parece llegado el momento de seguir leyendo a Joaquím Bosch.

   Son pequeñas, como para disimular pero ocupan mucho, las mezquindades y las cagarrutas



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