domingo, julio 03, 2022

El salto

 Sujeto a todos tus años, que tienen en sus entrañas, miedos, pasiones, encierros, esperanzas, abismos a sueños, a caidas.

  Todo ese cúmulo de acciones y segundos sucedidos parecen haberse metido en el trastero. Posees las llaves de este espacio, pero no está a mano y muchas veces, eso te ayuda a ir dejándolo abandonado, a aceptar que todo aquello pasó. 

  Descartas que visitar esa habitación con la esperanza de hacer renacer aquel mágico instante en "el patio de los leones", sentado, en tu silencio eterno; lleno de la poesia de Federico, de la nazarí, de la árabe; con una luna llena, enfrente, que hablaba a través de un agua que fluía hasta impulsar una mano que se entrelazara con gotas de la mirada que palpaba chispazos de un abrazo necesitado, sería una quimera. 

   La caja de las responsabilidades, sueñas que un día la destrozaste, antes de entrar en ese lugar, tan tétrico por momentos. Coger un equipo y una escuela sabiendo que era una treta de un personaje repetido de los porques de las riquezas. Esquilmar al otro. Salir a la carrera, por dar un curso, al que cuando llegas, te indican que no te esperaban; en ese preciso momento, cavas hasta el infierno, para olvidar que apoyado en la columna, cuando me alzaba para besar la luna, encontré la mirada de Macarena. No pudo el dolido satélite pugnaba por las yemas de mis dedos y fue Macarena la que envolvió aquellas dos horas.

    Dicen que un día, desprendido ya del Escort, este seguía cabalgando sólo; por los caminos andaba proclamando ser trono. Lo maldije, cuando para protegerlo, lo tuve conmigo y a cambio, perdí la eternidad de haber alargado aquellas dos horas, de hablar, mirar para creer que era el Sol quien iluminaba la noche

   A la mañana, ese viaje al compromiso, que no era otra cosa que la bajada al séptimo anillo, que incluso me rechazo. Si, por ese instante de cumplir lo acordado, lo patee antes de guardarlo en el trastero. 

  No ha habido otra luna, que me abrasará con aquella mirada de fuego y cuerpo tejido por los olivares y las aguas que labraban las curvas que se ajustaban a cada ángulo en el que me trasvestian sus palabras. El fuego se extinguió enseguida.

 Hoy, alguien, comprendería enseguida la importancia de entrelazarse con ella, y mientras descendia su mirada, los ojos que se encontraron, buscaron yacer en la cama del agua del Patio, y porque aún, no dejarán de saciarse, entre quienes se correspondieron, danzaré, evitando abismos; rodearé círculos para encontrar sus rendijas, por si me susurra la palabra clave.

  Se tú, apacigua el pasado que no fue

  bañate en los acantilados, cae de pie

  No te reconforte la caída, sólo el paso

  Nunca será lo que no fue. Desnudo,

  sacía el terror a la nada, con brazadas

  un campo parece perder, hasta las primaveras


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