viernes, diciembre 17, 2021

Superviser

 Ya está, me han nombrado "supervisor", que en nuestro inconmensurable español, que leches castellano, quiere decir concejal. Mira que Harvey lo luchó para morir. Yo, me ha caído del cerezo que planté hace años. Mira que le costó crecer, pero hubo un día que plashh, tras casi secarse decidió tirar para adelante. Yo, si, le ayudé pero la naturaleza es muy fuerte. 

  Un día, un plato de cerezas le llegó a mi alcalde y parece que le afectó, por encima de las cervezas de uno de sus colegas. Lo mismo es que le puse "somewhere over the Rainbow" y comprendió que tantos cabezazos también merecían una respuesta ante los que embisten. No todo era quedarse en la barrera y esperarse a que se calmarse. Poco a poco, uno se da cuenta que no se un cardo el que se le ha metido entre sus gónadas y por eso está siempre alborotado. Descubres que a ese inquieto ser, le ha dado por plantar un "cardoestadium" y que cada tarde, igual que a la hierba del Bernabéu, se la da luz para su mantenimiento y crecimiento. A estos seres, se les riega con las medias verdades que veíamos ayer, del gran reemplazo. Nos hablan, en España nada menos, de un cambio en los hábitos católicos, cuando los poseedores del arca de esas esencias, comercian con la enseñanza y han bendecido durante años los antros de especulación que daban dinero sabiendo que era un riesgo para quien lo recibía, que no tenía la información que tenían ellos. Lo daban impunes; sabían que les volvería la casa y seguirían recibiendo una deuda, ahora, de nada. ¡Cuánta impiedad!, si era eso lo que definía una sociedad.

  El ser ahora concejal, me pone en la piel de esa cantante de ópera, que me desgarra con su voz que es un viaje, ya sin raíces, por la pérdida de la cordura , por la ausencia de esa luz del amanecer que nos hace concebir las luchas de los trabajadores, de los desposeídos. Milk, por contra, nos la da entre el marasmo de mentiras, a los que encadenados su supervivencia tantos tramperos subvencionados por los ricos jugadores del póker social. Estos que parecen llevar las cartas de lo social y medioambiental, para su cuidado y sin embargo, esconden sus verdaderas cartas, entre las mangas, las de seguir ganando con los productos fósiles y sus derivados. A la vez, que con sus gestos y palabrerías parecen preocuparse de lo primero.

 Mentiras, seguidas, dadas en torrentes desde sus tuberías de excrementos periodístico que degluten las neuronas de sus depravados muñidores. Mal, por los lanzadores, pero, desde mi nuevo despacho veo las navajas de las aceptaciones buenistas, pulcras pero afiladas para hacer daño

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