Mira que me gusta oír a Millás los fines de semana pero Clara me lanza una gamba, que mira que la he dicho que soy vegetariano, pero no le entra en la cabeza que en ese concepto también entran los animales que se encuentran en las diferentes aguas.
De los charcos también me salpican las aguas, pero no por ellas, en si mismas. A mi, mira que me llaman Neardenthal y después de un rato tengo que asentir su punto de razón, pero claro aunque sea un homo sapiens, como Arsuaga el que me salpica con sus botas o con sus caidas en plancha, yo no me voy a callar.
El lío de todas las maneras lo tengo vienen los k4, que son diferentes a los de la piragua. A mis cada cuatro que salen diciendo barbaridades me los que mirando, pensando, bueno son sólo ellos. No que va, me doy cuenta que de los charcos algunos no salen. Es como si necesitaran tener húmeda la piel en todo momento.
A mi también me pasa, mira que he evitado pincharme en todo momento, pero de un tiempo a otra parte, a Marchamalo, no sé, me veo recibiendo pinchazos, incluso un domingo. Leñe que no hay ni baches donde echar el agua cuando sales a tomar las porras con churros. ¿O no es uno de ellos, acaso, que alguien se crea las sandeces que sueltan en una retahíla, su lideresa de moda, desinhibida e irresponsable de lo que es suyo?
No sé, sale un k4 que gana una medalla de plata en Tokio y te dices, vaya todo va sobre ruedas. El servicio está al fondo a la izquierda; la barra a la entrada, a la derecha y el sereno se va al after, por si encuentra la que hoy no recuerda, por lo de ayer.
Y sin embargo, descubres que el cura que han subido al púlpito es un disfraz para un bocas, eso sí, con la bolsa pública llevada a su cartera. El de la chaqueta, lo que lleva es un tejido de fuegos artificiales, vamos un pirómano. Te lo pones, invitado y aunque te exploten en un festival de sandeces, te queda impertérrito, cuando de sus luces sale la oscuridad para que no se investigue la corrupción.
Se quedan mirando al vacío, creyéndolas estrellas, y se les escapan. los casos.
No puedes decir nada, en el cielo resplandecen las nadas.
¡Ay nosotros, los nadie!
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