martes, diciembre 28, 2021

Bordear encuentros

 En el borde del agua, una vez más. No sé si me meteré. 

  Alguien me ha llamado borde porque llevo un rato andando por entre las piedras recién aparecidas, por la baja mar. Siento que hubiera sido una estupidez, llamar a ese señor, borde por regañarme. Aún no ha llegado la pandemia pero si me magullo y me hago cortes seguro que no voy a ir a un asador para que me arreglen el desaguisado, a no ser que me quiero ofrecer para que me extraigan unas chuletillas.

   No creo que fuera enfermero, ni tampoco un apologeta de la libertad y si, que tuviera un poco de sentido común. Aunque eso, quedamos hace tiempo que es muy cuestionable. A muchos les pareciera lógico que no se apoye a alguien que te está quitando el dinero. 

   Otros, desde hace tiempo, parecen ser admiradores de Robin Hood. En ese caso, claro, te lo planteas y te dices: vaya si el dinero llega a los más desfavorecidos algo bueno habrá hecho. 

   Tú te imaginas, entonces, un trabajador en Asia, que gana mucho menos dinero que aquí, con condiciones de trabajo y salubridad mínimas y luego ves a su empleador que te dona varios aparatos que te ayudan en la sanidad y te alivias: parece que aquellos pueden tirar para adelante, como siempre, y nosotros somos más felices porque la seguridad social nos podrá atender mejor. Ellos están en sus burbujas, no vamos a ir a explotarla

  El sentido común, aquí, vence o no. Lo mismo también le podemos proclamar sentido cínico. 

 Jodidos sentidos, creíamos que teníamos cinco y nos aparecen a pares.

  Otro borde podría estar estos días en el Tajo. Tú te dices, por eso de engañar al tiempo, me acerco. Puede que el tiempo invierno te dé un respiro, al tiempo años no lo ves con la misma cadencia, ni prestancia para acoger el río fuera de la piragua. No sabes que pasaban aquellos años. La piel desde luego no era nada fina; la inconsciencia tampoco es que superara mucho a la de ahora.

 Así que dices de borde a borde y que no me coja con las manos en la masa, que eso hubo un tiempo que daba para muchos programas y si no que se lo digan a Vainica Doble que era además como nos ilusionaban sus voces.

Porque te preguntas estas, por las voces, digo, por muy largas y espeluznantes que sean quien te las va a oír. El corzo se te puede quedar mirando como tú a veces, hacia una profundidad vacía, pero el jabalí y su troupe, como están a trufas, desde luego que ni se inmuta y si no se lo preguntas a los boquetes o cráteres que practican cuando están a eso. Y no es nada malo, yo, a veces estoy a por motosierras, pero lo disimulo de la hostia. Lo único que mis boquetes se hacen en el bolsillo; que tampoco es cuestión de esas intensidades


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