Cuando, por un tiempo se para el ritmo de un trimestre, la inercia de querer hacer algo nuevo te arrastra durante unos días, por entre los sueños y unos trazos que parecen podrán llevarse a los cimientos con los que quieres construir un edificio que se diferencie de los anteriores.
La experiencia te dice que el conjunto de los actos a los que empiezas a dar salida en esta época de descanso, tiene una función de termitas para erosionar esas ilusiones que, a veces, parece que estas tocando con las yemas de los dedos y otras, por el contrario, es una fina pared pero hecha de los composites que existen hoy en día, que no te van a permitir derribarla..
Cambiarían las inercias si fuéramos al Rincón Lento o a la exposición sobre la obra de Stanley Kubrick, que hasta el 22 de Mayo se va a instalar en el Circulo de Bellas Artes de Madrid. Quiero pensar que es la que ví hace dos años en Barcelona. Inmenso viaje para comprender todas las paradas que realizó sobre los hechos humanos, está mente perfeccionista que cruzó los más intrincados y espacios y mares para darnos herramientas para que pudiéramos conocernos en películas como "El resplandor", "Senderos de Gloria", "Espartaco", "2.001, odisea en el espacio". Cuando vas a salir de la exposición, en la que sabes que te quedan múltiples visitas para que comprendas todo aquel imaginario, y objetos totem, te ofrecen un proyecto inconcluso de Stanley "Napoleón", dos mentes buscando crear unas realidades donde ellos fueran los emperadores.
Podría aplastarte toda su inconmensurable obra con su trabajo hercúleo, pero cuando lo quieras exponer para los jóvenes, les tienes que hablar de su primer trabajo en Look, como fotógrafo; allí cuidó la siembra de las semillas que fueron germinando a lo largo de su vida.
Me imagino que la única llave que te dan los años es que se la cedas, sin sentirte único, para que entren en territorios para que puedan desarrollar lo que tienen en su interior.
Ser llave, como decía al principio, no es tan fácil, todas las incisiones y dientes que las vas dando, tendrán la dificultad de los diversas acciones a superar, pero la satisfacción de descubrirte también ser en construcción.
Un río parece ser absorbido por la pantalla. En principio, toda ella, se llena de agua, a veces, oscura, otras clara; por momentos intuyes diversos objetos propios de ese espacio, ramas, hierbas, algun pequeño pez, que elude por poco el pico que agrede tu visión como una centella.
Tras un tiempo interminable, con ese liquido que parece querer arrebatarte para un futuro sin horizonte y llenarte los pulmones, hasta el momento de transición de un ahogo a una conversión donde tus párpados se han convertido en escamas. La pantalla le ofrece al agua un canal interior para que, por una segunda vía, ya seas participe de un cauce que serpentea con una catedral, con un exterior austero, mellizo de un castillo que quiere controlar un paisaje sudoroso y exhausto por querer crecer entre tantas piedras modeladas por hielos extremos y calores extenuantes.
Desde una pregunta de trivial aparece Bernardo de Agén para hablarnos de esa ciudad, con erigida sobre una pequeña colina, a la que quiere rodear un río aún exhausto por un nacimiento que parece haber necesitado forceps.
El Henares, tan escúaliado, tan escondido, ¿Cómo es posible que alumbre la belleza de Sigüenza, los cuentos de Guadalajara y la universal mirada desde el claustro de Alcalá?
Y si, eso es aún más sorprendente, que en un pequeño espacio en la ciudad de alcarreña, haya surgido un módelo de vida para una alternativa de vida en la Berlin del Henares, que necesita de un segundo capítulo.
Quitar todo ese malvado líquido del capitalismo que ahoga, por ser insaciable, nuestra mirada a la pantalla que nos había hecho hace perder otras perspectivas, siempre posible, porque otros mundos lo son.
Desde un instituto se abre un libro, con un capítulo para escritura propia
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