lunes, diciembre 07, 2020

Vallas entre perfumes

Mete el pie, por si la mano se fue, pero prepara la mente para iluminar las voces que no salen más que hastiadas.

Al fin he descubierto que alguien me está escribiendo. Si, me refiero que en cualquier momento puedo ser borrador y enviado a la papelera; creía que las semanas pasadas, Millás y Pino, utilizaban "el show de Truman" como algo ajeno a la realidad, pero claro hace un rato en una ráfaga libertaria se apareció: "estoy seguro que puedo rebatir al bocachanclismo". Ni tan siquiera un pensamiento, la brisa, muy interior, casi una nebulosa que, a veces, me pasa en un suspiro como para regatear la tiranía de quien me escribe. 

Son instantes, briznas apenas perceptibles, pero en esos momentos me parezco lo más cercano a un dios. Mas nada, acudía al teclado con la esperanza que se hubiera diluido ese tremendo poder que tiene mi escritor tirano y este, ante la primera presión sobre la tecla, enseguida toma las riendas. 

De una forma prepotente me hace escribir que yo soy la medida del equilibrio. Doy mis razones que son contundentes: me apoya el capital, ese que invierte en bolsa como prueba de señorio. Sus resultados, son progreso

Le doy forma y trato de trasladar la contundencia con la que me son lanzadas esas aseveraciones. Las escribo desde un loft privado, de no se sabe que benefactor. No lo debiera poner, ni tan siquiera indicar, pero se me cruzan esos instante de nube. Con las grabadoras de ahora, atrapan los pensamientos errantes y los transcriben; ¡eleee! ¡qué leche!. 

No se puede uno vanagloriar de como se es recibido en la casa de quien deja de pagar importantes impuestos y además habla de la libertad, como un privilegio exclusivo de nosotros. ¡hombre! asi de claro lo digo. ¿te llegan de mis entrañas? no lo creo

¿Algunos hemos aprovechado las mismas oportunidades que los otros?. (¿Las mismas condiciones de partida?) Imposible, las condiciones heredadas son porque nuestros ancestros las trabajaron (¿cómo escuadrones punitivos al servicio de señoritos y señorones ?) Me dice de poner, mi señor, si les dieran nuestras condiciones en número de oportunidades, seguro que nos habían dejado aquí. Como dice algun bestia. "comeros entre vosotros que oléis a perfume". Borramos

 Cuando me dejan ver cine, durante meses me dejan sin escribir. Si veo el biopic de Beethoven, alabaré a la indulgente condesa que valora mi arte, me apoya, permite, consciente, que su hija coquetée con un genio.

 Pero, caigo a las simas más profundas, ni tan siquiera con el eco. ¡Pretender defender mi honor ante un petrimetre con título nobiliario que ha impuesto la realidad como un prócer!. 

(¡No, leches, no!, eres un dios de la música, pero en la tierra, eres un réptil y nunca podrás permanecer ni un segundo ni con Eleonore, ni con nadie, si no aceptas esa sumisión. Ella, la mamá, mitomana, pero clasista me lo hace escribir con la saña esa que llaman clase)

Su escritura, la del poder, la de quienes dicen que respetan a dios (al que venden y con el que comerciar) la debo repetir, alabar y encontrar sus raices incluso con el hombre de Cromagnon (el hombre de cro, el hombre de cro, no está hecho de cartón ni de latón). 

Perfumes me embriagan, sabores me transportan. ¿Aún no los percibiste en el  castillo donde las danzas exploran dar rienda suelta a los hechos que se sometían a las miradas procaces?. Orden, en las músicas, en las ropas, en el servicio, en la tierra.

(¿Por qué, en tú mínima entelequia, cruzas rayas de dudas para aquel que fue nacido para representar un orden)(que se salta, glotón de carnes, en sus diversas variedades, en su caos, tapado por decorados impregnados de alfileres, por servidores que les recolocan para recoger limosna)

Bosques, palacetes, jardines (cartón piedra, sin nombrar las esencias de sucesos), exuberantes, dionisíacos, para ser admirados, (para marcar las líneas de la sumisión, por inalcanzables)

Uniformes, sayos, coronas, mansiones para dignificar las existencias, para preclaros, para dirigir los mundos. (nunca nombrar la boquita ahíta del pecho seco, de una madre escaldada por reivindicarse mujer; lo siento me desaparezco entre paréntesis de este texto, aprovecho las cabezadas de un autor, para aspirar dardos y proteger las necesarias salidas de mis cuevas).


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