martes, diciembre 08, 2020

Denes y civilizadores.

 Penetrar por las carreteras heladas es una gran aventura. Sólo porque de ahí se iba a poder pasar unas grandes tuberias para tranportar petroleo, al final  se construyeron vías casi siempre impracticables. Cuando cayó el libro en mis manos empezó un caminono era consciente de lo que tenía entre manos. Podría ser un viaje al conocimiento de un pueblo al que, atrapando a sus jóvenes, quisieron "civilizar", alejándoles del amor de sus mayores y de la exploración de los alrededores que les enraizaría para un respeto a todas las vidas diferentes. En este apartado, comprendo la grandeza de "the paying the land" periodismo gráfico de Joe Sacco.

Con las viñetas visualizas los rasgos de aquellas tierras del interior de Canadá pero también los surcos de las caras que han vivido tormentas de temporales, pero también terremotos de vidas destruidas por sus pérdidas de identidad, te adentras en las profundidades de unas tierras que dictaban sus propias lecciones, en trampas, en bosques de fríos imposibles de abandonar

En ese espacio, durante siglo y medio a las niñas y niños de aquellos parajes los tomaron para civilizar, cristianizar yexorcizar para ser atrapados en uniformes con normas ajenas, aplicadas con cercos, palos, tortazos, de los siempre "voluntariosos" transmisores de los "valores occidentales". 

Afloran aquellas durezas y Joe Sacco me retiene en una segunda opción el eterno viaje, en el que los civilizadores, profesores pretendemos homogeneizar una sociedad, con individuos, les llaman, para parecer respetarles, cuando, en realidad es sólo es tenerlos controlados con fines para grandiosos, pero, en casos ajenos, a los intereses de esos si, verdaderas personas individuales.

Crece ese paisaje entre mis vacilante pasos, subo al escenario para que se crezcan alumnas-os; con sus aciertos, sus errores. Profesores que se diluyan porque hayan sabido poner las condiciones necesarias para esas exploraciones, respetándolas, animándoles a que sean equilibristas en sus miedos y en sus torpezas, pero que salgan de las cadenas y de las programaciones hechas de oro, pero sin ellos.

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