El río Henares es tan gigante que alrededor de su cauce han pasado miles de animales, millones de plantas, sudorosas gentes fluyen por sus vidas y algunas de ellas, encendendiendo las aguas en las pasiones que producían remolinos.
Climática, un proyecto que nace a borbotones como nuestro río
No, no es el río de Alta Montaña que baja furioso, juvenil y poderoso golpeando piedras a las que modela con la paciencia de un sabio que sabe las consecuencias del manejo de su cincel.
No, no está alimentado por nieves y hielos que la hacen persistente, incluso en verano con el caudal de sus aguas. Tampoco, por tanto, en verano, jugar en ellas podría abrir los poros para que sus cuerpos exorcizen el plomo del calor mesetario
Porque en tiempos como este, sus gotas las tuve entre mis dedos. Yo, quería a ese río, casi escondido para la ciudad de Guadalajara. Escurría entre las manos de la memoria el compañero que, hombro con hombro, ayudo a concienciar sobre la riqueza que pasaba por todas las gotas, generosas y cantarinas; la compañera belga que iluminó toda la naturaleza de aquel "plat pays" que convirtió un canal en un aula para que las alumnas se sintieran participes de su cuidado
Fue Dragón PI, el primer que se hizo visible, porque había días o fines de semana en que una turba acudía a sus cercanías, ensimismada en golpes de beats y sustancias para transportarse fuera del agua, a través de conexiones neuronales a los abismos que atraían por la belleza de sus cortados.
Quiso la familia "dragonio" recordarle con un libro en el que las torres del Castillo de Sigüenza fue la madre que baja al río para que Pi saliera indemne de todos los peligros en el que caía cuando las lluvias eran más poderosas por aquella ciudad que tenía a gala ser una fabrica de estaláctitas en alguna de sus antiguas fuentes.
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