miércoles, diciembre 30, 2020

Mutando

Esta mañana he amanecido muy normal, tanto que sigo pensando que debo visitar el otro colchón que tiene más entidad. Por lo menos, eso cree.

Pueden que piensen que es por algun interés y en cierta manera tienen razón. Le he pedido a mi vecina que pasemos la noche juntos. 

Con su mirada, me ha confirmado que sólo lo hará en el otro colchón. No vayan a pensar que haremos alguna cosa rara, sólo "haremos el amor", aunque ella, muchas veces me reconviene y me dice: "chico, siempre te pones lírico con estas cosas, tu dirás lo que quieras pero por como nos retorcemos, me parece que lo que hacemos es "follar". 

No la digo, ni que sí, ni que no. Sólo que cuando en noches como esta, la tuve entre mis brazos, yo la quisé, porque ahora la quiero. 

Ella es muy franca, no en el sentido de asesinar, sino de decirme: "oye disfrutas más que un gánster periodista ante una nueva obra, propuesta por nuestro gobierno amigo, sobrevalorada. Con eso, la publicidad de la empresas ganadoras para con su gobierno benefactor, que le ha concedido "lluvia dorada" durará unos cuantos años.

Para mí que nos vamos a disfrutar como jabalies en un cenagal. 

No, no es exagerado, si hago la comparación del magnífico piso comprado, a la última, pero sin humanidad, del mejor jugador del mundo, en un pais con aires del más democrático, con la piscina de barro que en una de mis correrías demenciales encontré en la media ladera entre la peña Hueva y Valdenoches, dónde por su amplitud y espesura para llegar ¿cómo leches llegaría allí?, estos cochinos salvajes no podían encontrar mejor "su jacuzzi" donde retozar. 

La única pega que le ví, por la espesura de sus zarzales es que si en ese momento, cuando no encontraba la salida, llegan los cientos de jabalíes que cabían; encima me habrían tomado para aperitivo, y en la orilla hubieran comentado:

"el no tener pelo en los aledaños del cerebro, ayuda a que sus sesos tengan más sabor ". El otro, quizás un poco más sibarita, hubiera añadido, "quizás un poco más joven hubiera hecho que estuviera más tiernos". 

En fin, ahora, que acaba de llamar al timbre, yo no la puedo contar eso. No sé por donde me va a salir. La última vez le dío por la llorera, como al precusor de los tirageles en los andenes del metro. ¡Cómo no va a llorar!, si en el caso de este último, recuerda las estúpideces con las que ha tenido que vestir su falta de personalidad; eso sí, me recordará, muy bien recompensada.

Así que cuando ha sonado el timbre estaba mirándome en el espejo, poniendo caras. En la última parecía afectado por algun mal; aunque otro día, en parecidas circunstancias, ella me había dicho que más bien daba el pego para mostrarme estreñido. He reaccionado rápido para quitarme de mis pensamientos esos reflejos, sólo momentáneos que vienen, llamándome estúpido a mi mismo, y he ido a abrir la puerta.

¿Qué quieren que les diga?. Abrí y con su presencia tengo que afirmar

   "you never can tell, 

Chuck Berry, "c'est la vie"

¿Cómo se llama?; ah, si el flow del cantante en esta canción, lo mantuvimos durante bastante tiempo, indeterminado.  Más, seguro que el tiempo para sacarse algunos máster.

Por nada del mundo, cejaremos en esta noche, que sera eterna para el vecino de abajo. Yo, y mi manía de no asegurar el cabecero.

Por nuestra parte, "No surrender", como diría un republicano que no comprende como después del primer rey, con circunstancias cambiantes, delega en su hija. ¿Qué tendran que ver sus hostias dadas y sus mercadeos, con ella?, como diría la intelectual "la peras con las manzanas, no pueden aparearse".

Nosotros, cerramos la persiana, no estamos para tantas florituras líricas.

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