jueves, diciembre 17, 2020

Nadie, pero no me lien

 Si me llamo Nadie, pero no me lien, no estoy liado con Nadia. Simplemente hemos tenido un encuentro carnal, en el que sólo fuimos a disfrutar de nuestros esplendorosos cuerpos. 

Ahora como Nadie, me desmarco de cualquier relación permanente con ella; debo reconocer que no les puedo asegurar que esa pasión no nos vuelva a unir en cualquier momento donde el recuerdo por el disfrute de nuestros cuerpos ofusque la razón que tanto nos ha ido distanciando.

A mi se me queda mirando, una manada de ciervos y a duras penas, me creo, que me perciban. Pudieran ser mi bufidos los que les atemorizará, pero no lo puedo asegurar. Yo les digo, subiendo el volumen de mi voz hasta unos agudos muy chirriantes "señores cornudos comportese, han estado viajando en unas condiciones envidiables, sin más oposición que alguna grieta, o algun árbol caido que os haya podido retorcer la pierna y con ello quebrar vuestro futuro; pero apenas tuvistéis depredadores.

A Nadia, nuestra protagonista, muy a mi pesar, pues me hubiera que la dejarán fuera de estas letras, la chiflan todas esas zarandajas del poder.

El otro día, sin ir más lejos, le dijé: si alguna vez quisieras volver a compartir lecho, quizás haya podido cambiarlo por uno en el que nuestro recorrido podría abarcar el viaje a Itaca, pero deberé trabajar duro. Se rió, de buena gana y me dijo: no seas estúpido, sabes que alguna de las prebendas que pueda conseguir por el favor de un fondo buitre, nos abrirá la puerta a un palacete donde podremos sentirnos Josefina y tú, Napoleón, el mejor amante que hubo y que en tí, parece la reencarnación.

 Siempre con esas palabras y su sonrisa picara, consigue que me ruborice, pero soy consciente de los contados momentos en los que coincidimos.

Yo, de hecho, me voy a comprar las cosas esenciales, la del día a día, a mi tienda de barrio; y pese a las dificultades de estos tiempos; me he imaginado una intercambio con esos ciervos para que podamos realizar un viaje a Barcelona, donde compraría los libros que ya me están llamando para entrar en ellos y caminar por las ciudades invisibles en las que nacen nuevas ilusiones, compartes viejos anhelos y te atrapan nudos que te ahogan.

 ¿Qué, que quieren los ciervos?. Les conté que una maga había estado en la verdadera casa de Papa Nöel y que le había visitado e incluso les había tirado de sus nevadas barbas para comprobar si era el genuino. 

Madre mía, como se pusieron los ciervos: ¡llevanos, llevanos, llevanos!; así que eso era mi moneda de cambio que me habían requerido.

Algunos días que me viene los versos "como en noche como esta, yo también la tenía", me doy cuenta, que no es esa noche y porque, me pregunto: la respuesta es fácil está en un gran supermercado donde se comercía no sólo con los productos, sino con las vidas y las oportunidades de los que las producen. No veas si son inteligentes, lo venden como si fueran dádivas a agradecer. 

A mi no me importa ser, lo que soy, me he conformado desde hace mucho tiempo; me llamo Nadie, a veces, cuando la pasión ciega nuestra cordura y entendimiento, nos pensamos en una misma tarjeta de presentación:

Nadie y Nadia, pareja de exploradores. Luego, ella, consciente de los roles sociales que imperan en estos mundos de los negocios. Me dice, en nuestra burbuja, somos invencibles; todas perderíamos si yo reconociera que estoy casado con d. Nadie.

Yo, asiento, para mi tampoco existe el mundo de Narnia y sin embargo, muchos son felices en él. Además, porque entre nosotros, vivimos en un primitivismo donde los convencionalismos han muerto, pero ¡vaya encorsertamiento en los trajes donde se deja atrapar! 

Le han enseñado que eso tranquiliza los miedos y las incertidumbres de los que creen que no deben aspirar más que a ser pasajeros turistas, guiados por carton piedra que sacien su afán de aventura. Ella lo cumple a rajatabla.

Por eso, como les avisa el cartel: Confien en nosotros, hemos hecho crecer el mundo.

En esos momentos, la creo tan lejos: "yo tampoco la quise". 

Si todo no hubiera empezado años antes. Ahora veo imposible, que tanta distancia pudiera ser recorrida por Nadie


 

 



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