Era el momento, durante años he estado en diferentes escuelas de danza. Creo que he conocido todas las tendencias y me he formado con las profesoras más prestigiosas que podía alguien aspirar completar sus conocimientos. Ha costado sacrificios, dinero pero también conocer brisas que, por momentos, te calman el corazón " como no haberla querido...", pero no supero aquel día, en el Teatro de Madrid, era muy joven; conocía lo clásico, pero me dijo mi tutor, ves a ver a la Fura del Baus; todo era extraordinario su valentía en temática y planteamientos, crear nuevos espacios, proponer giros mortales en el aire, pero sin redes de seguridad. No sólo sucedían cosas en el escenario, también por los pasillos e incluso interactuaban con el público.
En aquellos momentos mi valentia era proverbial. Era una maqueta de lo que luego sería Billy Elliot. Así que cuando se acercó el actor, mi mundo se abrió. Salimos dos, yo, por mis líos, había ido en pantalón de deporte. No tuvo ninguna conmiseración conmigo, me puso a parir de un burro, o por guarro, o por poco elegante. Cuando tocaba desnudarse del todo, por mi historia, por mi pequeño hundimiento, la cosa no estaba para muchas florituras. Renuncie a dar el último paso. No sabía que sería el principio de mi fin. No volví a ofrecerme voluntario como con "els comedians"
Incluso, hoy, con la seguridad del trabajo profundo y continuado, me entra el terror de exponer. Sí, desde luego que me han dado todas las soluciones posibles.
Me río incluso de la falta de exhuberación de mis atributos, demostrado su funcionamiento en casos de apasionamiento.
Nada, me quedo detrás de la cortina y miro con envidia a mis compañeras-os. En los carteles han renunciado a anunciarme aunque hoy en día, en los videos de youtube y en instagram mis performances me han encumbrado. ¿Me llamará carne cruda el próximo viernes? La cuota de seguidores, no para de aumentar
Diversas marcas se han ofrecido a patrocinarme en esos vídeos; incluso se han ofrecido para hacer videos como los de Sergei Polunin bailando en la nieve, como desesperado, como queriendo romper con el mundo; pero no, sólo me admito en la más absoluta privacidad y compartiendo el espacio con conocidos. Si salen de ahí, me son ajenos. Me hallo embarcado en la nave similar a la de Leila Guerreiro. Encerrado, pertinaz y austero en mi cabina de mandos, consciente, sólo, de mi yo. Merodeando abismos, reconociendo brazadas espasmódicas.
He renunciado a la publicidad. Ese dinero sería para seguir atándome con unas ligaduras que me tienen atrapado para no ser yo.
Si, quizás a lo lejos suene "Mother", Jhon Lennon, atraviesa el espacio, en un, mi tiempo cada vez más fugaz.
Si, suelto los gritos para invocar a mi padre y mi madre. Son desgarradores detrás de las cortinas. Siento que Lennon abraza mi cuerpo que tiembla desvalido, miedoso. Suave, toma mi mano, entonces, me acompaña fuera, al escenario.
Me acepto, en mis terrores, mis ausencias, soy como soy. Siento que ya no les tenga, ellos me tuvieron. Ahora, en mis errores y haciendo, para mostrar lo que sólo puedo ser yo, les tengo.
Mas, no puedo dejar de ser yo
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