miércoles, diciembre 16, 2020

Match or not point

 No lo tienen claro me dice el portero. Han entrado dos seres y ninguno estaba seguro si saldría por esa puerta o por la de atrás. 

El caso es que del primero, tenemos precedentes. Muchas veces entrando por este magnífico pórtico, con todas las alabanzas de casi siempre se apostaban por aquellos lares.

Del segundo,nuestro protagonista salió de la comodidad de estar metido en una habitación en la que especulaba con ser una especie de ser ingrávido de poderes prodigiosos. En realidad, al salir se terminó dando cuenta de sus limitaciones, pero también de sus posibilidades cuando confrontaba con los otros. 

No era adorable, pero estaba en el momento que se le necesitaba. Cumplía con cada uno de los cánones con los que se habla de un buen ciudadano. Intentaba pagar los impuestos, no porque no le costará, sino porque les veía llegando a algunos de sus allegados que podría tener un futuro más amplio, del que la vida le había dado. 

Hablaba el primero de lealtad con una contundencia que avasallaba porque pudiera parecer una estatua en vivo a esa palabra. Así aparecía, de forma periódica, con toda pompa y con aires, en realidad, de no ser todo lo que parecía decir. 

En el cuerpo del otro, leíamos todos los esfuerzos que debía hacer, de forma diaria, para mantenerse a frote en tantas olas en las que nos embarcaban los días, sin dueño.

Vaya que al primero le gustan los corzos, pero no nos explica cómo, si atados o atontados; en el segundo, observamos que camina, visible, por los diferentes caminos, sin ningún cuidado si ha sido percibido detrás de una túpida arboleda o si, es visto y no hace más que el amago de tirar para adelante. 

Ibamos a analizar otros elementos; pero de improviso, el portero se ha puesto un traje de buzo. Yo no me había percibido que cerca había una grandísima tuberia que llevaba las aguas claras y limpias que desaprovechabamos en los campos de golf de una tierra sin lluvia. 

Tampoco creo que hiciera falta tirarse para atrás como en las películas de aventureros; pero bueno, este portero al final del tubo recorrido y presentándose en una piscina abarrotada, les dijo: 

"Señoras, señores, señoros yo he escogido este agua; pero, veo que han estado ustedes bañandose en aguas pútridas y la han aguantado. Ahí, les dejo esta". Pueden volver a esperar el nuevo advenimiento o salirse a buscar aguas, no cómodas, como las que les ofrezco.


No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y