Queda nada para otro abismo por el que escalar. Nada promete que haya llegado el momento y sin embargo, estos días de estar en el campo base se busca cuidar hasta el mínimo detalle porque se va teniendo experiencias a las que volver para ordenarlas en el orden de prioridades y saber que en algún momento te fueron útiles.
Nos llegan días donde algunos de nuestros arneses a la vida se marchan. No importa que solo seas un pawn in their lives, para uno era el sosiego de ver su humanidad, en los últimos tiempos, rodante. Lo fue derramando por sitios muy diversos e hizo germinar unas hermosas personas con las expandió un universo de afectividades.
Fui compañero de los últimos jugadores de guiñote de barrio y disfruté de su compañía porque era abrazar la vida que transcurrió por el pueblo y sus lugares de trabajo. El picante de una y otra anécdota era lo que nos tejía la manta que abriga nuestros escalofríos de lo cotidiano.
Somos granitos de quiénes nos han dado lecciones en los tiempos que nos cruzamos. Era Francisco un arnés que nos asegura a lo que vivimos. Hemos aprendido que respetarles es vivir para celebrar que le conocimos en su afectividad expandida en la grandeza de su humanidad.
Somos testigos, pequeño en mi caso, de lo que nos dio
No hay comentarios:
Publicar un comentario