Nadie dice que le vio a la luz del candil. Pepe, algún indeterminado recibió un sonoro abrazo físico, pero los matices de su calor se habían perdido.
Estos días viene el recuerdo de su compromiso, se hace grande la persona, por aquellos días era todo un personaje que se ofrecía a las más variadas causas; una primera se quedó grabada, la marea verde de Alcalá esta en el Antonio Machado y apareció por allí.
Ángel con su otro nombre, hace años que desapareció de aquellos encuentros; él es de los que dice ese proverbio, los extraordinarios e imprescindibles están toda la vida. Otros, se refugian entre letras que tienen demasiados escondrijos y que son arrasados por el tiempo, con un matiz, mientras no tomen demasiada importancia las frases y textos derramados.
Las piernas recibieron golpes y no lo entenderás nunca, de la misma procedencia de los que reciben estos días las alumnas-os que se concentran para que se acabe el bullying en los centros de enseñanza.
Miras al televisivo murciano no comprendiendo y sientes dos cosas ante la actitud de un ministro; primero que ante unos jóvenes que reivindican una dictadura, donde las palizas sembraban terror, no sólo en quien las recibía, sino en los demás vecinos y ante quienes piden que no haya violencia ni en los institutos ni en los administraciones que promocionan a los anteriores manifestantes adoradores de la violencia, cree que quien debe recibir hostias son los segundos.
Peor es la segunda opción, que él mismo sienta terror por lo que le puedan esas fuerzas del orden, sino cumple con una cuota de independencia, de "hacemos los que nos sale de los cojones", de esas entidades. Eso hace sentir una gran impotencia, manifestada desde gente como la chica golpeada que no comprende nada hasta Irene, que pide una explicación institucional. Mientras otro recuerdo acude, pasar a tu lado un Ángel, caer y ser arrollado y golpeado, debía ser porque no había caído del cielo.
Siempre estará en cualquier imagen que se aparezca; en la de Raffaella saliendo de comisaria después de haber sido detenida por exponerse ante un desahucio al que intentaron parar también.
Someterse una supuesta izquierda a las crueles leyes del mercado es otra cosa que no comprenderá nuestro Ángel.
La auténtica libertad, la que se pierde cuando eres encerrado, la perdió más de una vez.
Ayer apareció otro héroe; una especie de lobo estepario se revuelve cuando alguien le presta una atención mayor de la habitual. Personaliza a quien le atiende
Ante una pregunta, le revela que tiene dos trabajos. El primero lo tuvo cuando estudiaba, lo mantuvo y el segundo le llegó por lo que preparó en un instituto cercano
Cierra, la conversación, con un desgarrador "es la única manera".
Y te imaginas: un juventud encarcelada en un horario para poder tener una casa, un proyecto de vida, el cumplimiento de ilusiones de salir de un círculo que le dio su origen. El ascensor social, esa famosa elucubración de los poderosos para que los trabajadores nos pongamos, nosotros mismos, las cadenas.
Nunca recibirá golpes quien tiene 16 pisos, dicen que en ciertos sitios, podría recibir más de un sueldo de ese chico, por cada uno de ellos; no produce nada, sólo recibe rentas y el riesgo, lo ha ido diluyendo con la hipoteca de las otras.
Constitucional y eso lo tiene claro un apaleado Ángel es defender el derecho a la vivienda de los ciudadanos.
Especular con un derecho, por mucho que quieras rebuscarlo en ese texto sagrado, para tantos que se lo saltan, eso no está.
Ángel es que no ve a quien un día que abrazo para darle su apoyo, me imagino que se resigno a ver a tantos pasajeros que se bajan en estaciones, creyéndolas seguras, pero no exentas de ser tomadas por quienes siempre alimentan a los insaciables.
Vamos a poner que el otro Ángel se ha levantado a las 6h30 para atender su primer trabajo, después de haber completado una parte del círculo a las 22h para cerrar el círculo, con una ¿hipoteca? en la que depender de un orden dado por los mismos ciudadanos que no debemos cuestionar las especulaciones de los rentistas, unos con sabrosas migajas y otros con las suficientes ganancias para tener amancebados, aunque en posibles pocilgas no en sus palacios, a mercenarios escuadristas, siempre listos para ser o exhibidos o atacar con una protección, en tantos momentos sospechosas como veíamos en la inacción de ese ministro, silente ante las hostias a nuestros ángeles.
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