En Política del malestar de Alicia Valdés, esta afirma que se educa a los votantes para que no examinen sus vidas, para que el horizonte sea el optimismo cruel. Algo prometido que nunca llega pero que es sustituido por otra línea de una nueva felicidad.
Alguien promete que si das un determinado paso podrás obtener la felicidad de controlar a quien te gobierna.
Ese paso de un ficticio poder no te dice que tienes que apoyar a quien está destruyendo la universidad pública. Te ves rodeado de persona que la han utilizado para que sus hijas e hijos salieran adelante y de repente, te olvidas que esa puerta a una educación mejor se la cierras a los demás, porque crees que te puedes apoyar en quien es paladín de esa tropelía.
Para que el Juez Velasco haga un cambio en la propuesta de un discurso que podría negar lo que él está proponiendo, tendría que tener una lucidez que no ha tenido, advocado a repetir los clichés en los que se paraliza una sociedad.
Cuando no se cumplen nuestros deseos, en el medio ambiente, en el cuidado de nuestros alrededores, se nos abre un mundo donde los irresponsables como Milei, nos ofrecen romper los crueles impedimentos, señalando un camino lleno de irresponsabilidades en soluciones que no se cumplirán y a cambio nos habremos echado en manos de seres que vender la sanidad pública a empresas privadas que, de forma inocente, van a dar un dinero desvergonzado a, uuffff! resulta alguien próximo a quien ha concedido esos privilegios.
Permanecer con la mirada pérdida, inocente acerca de nuestro apoyo a quienes nos destruyen, primero lejos, para luego pasar a los déficits a nuestras necesidades.
Darnos voces es una de las cualidades quienes, a cambio, queremos examinar todo lo que nos concierne a nuestro alrededor. No es el mejor inicio, si una necesidad la necesidad de debate para reconocer lo que queremos, como lo queremos y los pasos que debemos dar.
Todo este escrito etéreo, necesita posarse en tierra como el dron al que se le acaba la batería.
Hay existen seres que contactan contigo y otros que se olvidan de tu existencia creyendo que andas por esas montañas lejanas.
Nada es fácil, porque incluso cuando te sometes a examinar tus objetivos, se te ofrecen catalejos, con cristales de las más diversas deformidades; algunos te presionan con dulzura, otros con imágenes superpuestas. Nada es fácil, sólo seguir leyendo a Alicia Valdés se convierte una necesidad, en mitad de tantos ruidos
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