Se alegran la prima y su huésped que ayer los Estopa se hicieran una foto con las camisetas del Open Arms; ella también la tiene. Aquel barco en la dársena de Barcelona fue una pequeña comunión con la tripulación y cada una de las personas que han sido rescatadas.
Al lado, en una terraza, con una cervecita bien fresca sale en un panel, un aviso defendiéndoles porque alguien les ha atacado y les ha tachado de vendepatrias, como si aquellos seres que imaginamos metidos en una caja de sardinas fueran capaces de saquear un país como llevan haciendo siglos, muchos de los antepasados, amigos y coleguitas del definidor, definido.
Verborreícos llaman así a quienes dicen que abren las fronteras a los extranjeros.
Mala praxis, son vende patrias los que se la venden a grandes fondos buitres u otros especímenes que someten a sus ciudadanos a los designios privados.
Terminando el documental, algún habitante de aquel pueblo del que hablamos ayer, soltó la frase del titular.
El mal no vino de fuera, salió de nosotros. Aquel ser se queda mirando la fábrica de dinero que son los impuestos que tenemos que pagar por los servicios que recibimos.
Un Oscar Puente cualquiera ha preparado un tren inacabable y unas vías que llevan a los diferentes ministerios. Los diferentes ramales terminan en muelles de descarga. Allí fornidos, pero adormilados y cansados trabajadores van dejando los recursos para que un país funcione.
Parece que existe un lugar y un momento determinado en el que Es Vedrá podrá ser entendida y tocada, mientras se cuelan una pequeña parte de esos dineros para que vayan destinados a pistoleros de la información, terroristas que no les importa la convivencia de un país.
Existen seres que utilizan unos dineros para proclamar en un lugar de todos, que defienden la vida, están en contra del aborto.
Red Política de Valores en el Senado español va a hacer apología de una defensa de la vida. Estarán allí gente que han gobernado, que han tenido la capacidad de parar la fabricación de armas, de controlar algunas de las muertes o palizas que se han dado en lugares que no se debieran haber producido.
Esa gente, se dicen con gran empatía por la vida, son seres en su mayoría enriquecidos, que marcan distancia con las adecuadas condiciones de vida de gente sin recursos. Muchas de sus riquezas vienen de los explotadores de los materiales para nuestra moderna tecnología; allí las condiciones de trabajo y de vida, no muestran respeto por incluso, los pequeños que extraen con sus manos, peligrosos minerales.
El tener en tan alta estima la defensa de la vida te haría pensar que en lo que ellos pueden, con su riqueza, serían activistas para dar condiciones de habitabilidad adecuadas.
Te los imaginas quitando sus inversiones de las fábrica de armas que las producen, para matar diez veces la población mundial y darles esos dineros para que los nacidos en condiciones de extrema pobreza, puedan acceder a una educación y una sanidad dignas.
En un sueño, hecho realidad, no permitirían que hubiera presiones para quitar la vida a quienes no piensan como ellos.
Todo es imaginación, nunca harán nada contra todas las anteriores injusticias; cometerán una más, dominar la vida de una persona; cuando hablan de salvar una vida, todo el mundo se siente paralizado porque eso pareciera ser nuestro fin; pero no piensan en las personas, que en su libertad, deciden sobre su propio cuerpo.
La que podrían ejercer ellos sobre sus actos, se alejan de la defensa de la vida, desde ya el nacimiento, donde se deterioran los hospitales, hasta, desde muy pequeño, no darles el derecho a una educación adecuada; siguiendo en sus condiciones de trabajo o de habitabilidad.
Gente tan sensible, se dicen llamar, con una nula empatía por la vida de los nacidos. Salen de este tipo de gente, el mal que asola una sociedad. El reino de las apariencias, con la dictadura sobre lo que vivimos.
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