Nos admiramos de nuestro imparable crecimiento; creemos en el avance continúo de la humanidad y, sin embargo, a veces nos avisan de mal camino tomado que puede ser el detonante de una gran desgracia.
Durante años se ha explotado las turberas en Irlanda, zonas pantanosas con gran riqueza porque son el pudridero de árboles, raíces y hierbas en descomposición que servían de fuente calórica para las casas e industrias.
Lo que daba a estas, se lo quitaba a la retención de carbono que es unas de las funciones que realizaban.
Las grandes empresas beneficiadas por esas extracciones se colocan en el punto de partida, buscando ser las, también, primeras para lo contrario. Pasa allí, en Irlanda, sucede aquí, en esa España de unos contra otros. Una tierra de poderosos, sus aliados contra quienes la riegan con su esfuerzo.
Ofrecen su imagen de renovables, de grandes tecnologías cuando las fuentes principales de esas empresas energéticas suelen ser los productos petrológicos y carboníferos.
Apoyan a nuestras nuevas guerreras, las del deporte; ofreciéndolas su financiación para esta sociedad nueva de respeto a las posibilidades de las mujeres.
Tampoco les cuesta, pagamos todos, apoyar a medios que les lavan la imagen y ensucian la convivencia con sus mentiras y otras falacias.
Como, por supuesto, hacen su lobby dentro de los partidos establecidos a los que dan soporte para mantener sus estructuras, que saben corruptas, aunque sólo fuera por el hecho de admitir que todo el daño y los beneficios que obtienen estas empresas se producen a partir de una sociedad que les da estabilidad.. En esas grandes ganancias se creen con derecho a no devolvérselo a la ciudadanía, a la que celebrar siempre, con sus alharacas y manutenciones a sistemas jerarquizados de los entes descritos antes.
En algún pub de Dublin, Glen Hansard entona The fields of Athenry, celebra con Paddy Reilly a la chica, eterna, que ve como se tiene que marchar su amor, porque las condiciones de vida, de entonces, aquel chico, Michael, que buscaba recursos para poder compartir su amor por Mary; de hoy, cuando se dopa, en demasiado sentidos, a quienes protegen a las grandes empresas, para convertir la vida del joven en un trabajar y pagar a los grandes inversores para tener un lugar donde habitar y convivir con sus conciudadanos.
Por debajo, como una lejana y ajena letanía se escuchan las historias de ciudadanas colombianas que salvaron a las personas a las cuidaban en la zona de la Dana de Valencia, cuando esos mantenidos políticos andaban celebrando sus cuatro años de regalías porque un partido protegido por quienes ellos cuidan, les había puesto a pesar de sus incapacidades.
A mi santo protector irlandés de ahí abajo James Moore, le repito la historia que nos narró 5W; la de Marlang Fatti. Salió de su país, con el fin de dar oportunidades a su familia. Termina hablando con su mama en Gambia y esta cuando él le cuenta sus problemas para obtener recursos y enviarles ayuda. Kumbafaya, amorosa le responde
¡Qué los hombres blancos sean buenos contigo!
Amen
Drive all night, conducir por la noche, para dar corazón y zapatos a los seres que nos acompañan
Jake Clemons invoca desde su saxofón a la lucha en la que encontrar belleza
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