Una universitaria se vuelve a sentar en el suelo de su, siempre, será su instituto público.
Ahora viaja, durante mucho tiempo para llegar a la facultad donde estudia lo que le gusta, la publicidad, recibe un comentario; si, pero bueno me gusta.
En zona Comanche habla de los marranos mentales, esos seres que se reúnen para proclamar que el aborto de un derecho, sino que su alto labor es defender la vida.
Raúl Sánchez Cedillo siendo muy acido en su descripción de lo que piensa sobre esos seres despreciables, es muy educado comparado con los actos de estas pirañas del sistema capitalista.
Quieren controlar la vida de esas mujeres; pero sortean la vida de los vivos en manos de las empresas de seguros o las que poseen los hospitales.
Llegó el ejecutor de esas macabras mentes, al poder en Argentina por medio de una publicidad que tapa las increíbles debilidades y pone en relieve que sería capaz de romper un sistema de casta; jóvenes del mismo instituto, venidas de ayer, pensaron que esos anuncios de ruptura sería verdad.
Hicieron caso a las palabras y no tuvieron, los mayores, ellos ¡qué iban a saber!; los que podían votar no quisieron buscar quienes iban con ese depravado y lo que habían hecho a lo largo de los años.
El no profundizar hace no saber porque esa fascinación por la publicidad. Bueno sí, son maravillosas en muchos casos. Hoy, una marca hace una "humana" tarjeta visual de Navidad.
A ese gobernante le pusieron una medalla en la Comunidad de Madrid; las pautas son las mismas, dicen proteger la vida del no nacido, no teniendo en cuenta de quien está embarazada y abandonan el cuidado de los que sería su labor.
Igual que el otro Javier, el de esta semana, Gallego; hoy Javier del Pino nos narra unos cuentos de Navidad.
El primero tiene las formas de lo anterior. Gente utilizando la publicidad de "la defensa de la vida"; mientras venden las viviendas públicas a los fondos buitres (por mucho que el asesor diga que son fondo de inversión) para dejar en la precariedad a quienes las habitaban en derecho.
Es cruel; porque utilizan la defensa de la vida para destruir o manejar futuros de los que se le han puesto a su cargo.
Sólo la persistencia de José Mariano Benítez de Lugo un abogado de 83 años han conseguido que muchos de los habitantes de aquellos pisos vendidos, los han podido recuperar.
Alguien, en uno de los límites de la existencia, dando valor al ser humano, por encima de la maquinaria del capitalismo.
Por desgracia quienes necesitan vender esas casas, esas personas son los que tienen el dinero y los que pueden hacer que la publicidad nos haga pensar que los malos son los que piden un derecho constitucional, el de la vivienda.
Bru remata ese cuento de Navidad, con el abandono de pacientes ya recuperados en los hospitales, "públicos", en sus habitaciones porque no tienen espacios habitacionales donde ir.
Un mundo de los crueles a poner lacitos y kisses
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