martes, marzo 31, 2020

Jesús, el maestro de Dragonio


En el río Henares existe una comunidad dragonpi. Son dragones muy pequeños, que los ojos humanos no pueden ver; bueno, hubo uno, Jesús, que si que vio a uno de los miembros de la Comunidad, se llama Dragonio, que entre nosotros podemos decir que es como el gruñón que todo grupo tiene.
Jesús, vivía más abajo, en Alcalá de Henares, pero era tan valiente, y tenía un corazón tan grande que evitaba todas las piedras que venían de frente, rodando y remontaba todas las corrientes, incluso las más grandes, las que se parecen a las traiciones cuando le hemos contado un secreto a nuestro amiguete.
Un día, los dos, se encontraron debajo del puente Árabe, le recordó que de esa manera debía conocerse, ¡cuánto sabía de Historia! ¡cuánto quería aprender! Y lo más importante
¡Qué buen maestro era! ¡Maestro de pueblo, nada menos! Lo más bello del mundo. DragóIzán, lo afirmaba siempre de su padre.
Los dos, cuando estaban juntos, siempre tramaban algo, uno por inconsciente, otro porque tenía la sabiduría de lo próximo. El caso es que ahí se vieron, cuesta del Hospital arriba, subiendo calle mayor, y en la plaza; otro humano, d. José María les recibió.
Lo de comunicarse, eso sí, lo llevaban muy mal. El caso es que el interlocutor dedujo que habían preparado un trivial, para que los habitantes de las márgenes del río supieran que flora, fauna, monumentos, historia se había vivido alrededor de nuestro Henares. ¡Y qué historia! Y eso que parecía pequeño el río.
Hala venga, adelante, les ánimo. Pero ese Dragonio, ese Dragonio, que no se lanzó en el momento.
Y un día Jesús, no mucho más tarde, recorriendo el embalse de Bolarque, viendo el Castillo de Anguíx, notó que una lágrima le había caído de su enorme corazón. Se le habían cansado las manos y los brazos; tiempo después las piernas y un día cuando los latidos iban a dejar de salir, exclamó: ¡¡el dado!!. Y hete aquí, a Dragonio, cuando se concentra, buscándolo, una y otra vez por el cauce y las márgenes del rio Henares,
pero
¡Echamos tanta suciedad a nuestros ríos!

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