destruiría todas certezas que me construyen.
Con el vendedor esparcido, buscaría países
dónde se edificarán con las armas destruidas.
Con la niña aterida, saltaría sobre las ascuas
Para coger los leños que la vistiera su sonrisa
Con el padre aterrado, llamaría a las cuevas
Si de ladrones, para rogar; o servir
Si de caminantes, mostraría sus huellas heridas
En tu mirada pérdida, embarcaré, ¿Qué, si no?
Si callo por marejadas de fin de semana
¿Qué, si no?
Si leo libros que me delaten, más sin acercarme
No, no en mi nombre, animalizarás fronteras
No, no con mi silencio, construirás más barreras
No, no resignado, aceptaré las reglas del mercado
¿Te ves ahora?, cayéndonos de peanas, propios ojos
Espantados, desvalidos, disminuidos ¡tanta debilidad!
Tus ojos me llamaron, hoy nos miramos, nos reconocemos
Soberbia, sublimada entre tantanes de propias glorias
Nos encierran estabulados, en fabulados castillos
Desde sus torres nos asomamos con vestidos ampulosos
Sin darnos cuenta que es orgullo que nos comeremos.
Músculos de acero con los que nos ensimismamos
Aceptando que no sale de nuestra voluntad más que servir
Penetrar en la compartida mirada, remedio del hoy
Destruir muros de los ellos sin nombre, nos somos
Compartimos presentes, si nos quitamos telediarios
Que muestren sus intereses, para rehacernos humanos.
Dicen que quitáis, para dirigirnos los ojos sin mente
Afirman que absorbéis, para olvidar lo chupado que estamos
Proclaman la impureza, cuando navegamos barros propios
Buscáis horizontes posar la desesperanza de los vuestros,
Aquí, sin más pasos, Proclamo a mi gobierno, nos son
Seres golpeados en mis destrozos, ¿Les creéis ajenos?
Globalización de materias, guerras, virus,
¿Caeremos rendidos por sernos vencidos, sin buscarnos ser?
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