Sale una mujer de una consulta. Por allí, no acudió Juan Carlos; otros muchos, tampoco. Vivían el deporte y pareciera que este les daría la eternidad.
Ahora, ya, con los pasos de plomo, sabemos que no. Entonces, 20 kilómetros parecían pocos. Un descenso, un dejarse envolver por la naturaleza, tantos y tan diferentes paisajes.
A Palencia la visitábamos con la excusa del Kayak polo pero las aguas bravas, siempre les guiaron sobre todo a la otra parte del grupo. Jota una vez nos enseñó lo que era apretar una cincha sobre unos barcos. Risas y nuestro amateurismo como en La Seu expuesto como una cadena a la que rompimos a base de inconsciencia y disfrute.
Galindo siempre nos cuidó cuando acudimos a aquella ciudad, algunos de nosotros la disfrutaron mucho más que otros.
Dormir en su pañol, era nuestro hotel sin paredes para estar agradecidos porque no necesitábamos camas, sólo reposo; como aquel día que se perdió la consciencia aún estando hablando en un grupo, puro cansancio
. El Juan Carlos que han encontrado cerca de Tui, no era del Palentino, sino del Tritones, pero con 65 años seguía siendo un enamorado del piragüismo. Se encontró en cada línea de agua en la que se montó o cortó.
A los del Palentino, nada competidores en el Kayak polo, cuando lo retomé, les recuerdo volviendo a ser afables, receptivos y de alguna manera abriéndonos la puerta para entrar en la élite. No nos la merecíamos y terminamos siendo un equipo ascenso, sin un grupo que se consolidara a lo largo de la segunda época.
En Cervo, Lugo, cuando el desánimo ya se había aposentado en mi ánimo y marché a contemplar el Cantábrico para relajarme; porque tenía noción de estar en un grupo pero no en un equipo.
Acudieron a contar la nueva oportunidad que nos habían dado los chicos de Palencia. La aprovechamos pero fue una Luz de Gas.
De ellos, de los Juan Carlos López o Galindo siempre tenerles alojados en nuestros corazones.
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