Produce hilaridad como tratan de etiquetar a un antiguo consumidor de LSD que años después describe su experiencia ante un entrevistador enfebrecido por haber encontrado en la exageración un campo sobre el que plantar su próxima luminosidad.
A cambio, como por casualidad, te metes en "Tempestad en Washington" y parece como si los descastados, transmutados en sujeta banderas e himnos cayera por un tobogán de espinas infinito hacia los peores infiernos.
No existe redención para los crédulos.
Sólo los canallas, los oráculos mercenarios sobrealimentados permanecen impunes y salen huyendo como ratas cuando sus proclamas de "stop the steal" matan y encierran a seres convertidos en borregos.
Nos aparece el salvador, héroe, que se ríe de las estructuras que encarcelan en la violencia de barrotes de Patria y Banderas, para hacernos viajar a estructuras de protones que nos proyectan a las praderas de neutrones donde pacen las estrellas que luego fluyen por los cielos para crearnos rutas donde a quienes nos señalan soñadores, les mostremos la osa Mayor, directora de carros dotados con el martillo de las palabras que defienden un relato mediático que muestre el debilitamiento del Estado cuando se entrega a los explotadores de los recursos.
Tenemos la memoria de aquel viajero, orgulloso de haber atravesado cinco espacios interestelares para relatarnos mundos en los que quedar colgados.
Se escapan entre los dedos los taimados apostadores de cartas marcadas. Huyen del espacio de guerra creadores de cráteres que engullirán a sus fanatizadas cobayas y se refugian, a lo lejos, entre una maraña de sortilegios provocados por sus abogados para que la justicia muera, entre leyes engullidas por telas de araña.
Escuchamos y para ello, nos pedimos silencio, las palabras de Laura Arroyo, en su tertulia de ayer en TVE1, donde con el barco de su clarividencia sorteando a quienes, fueron lanzados como mamporreros con interrupciones constantes, acotaciones, enganchones de insinuaciones que tratan de embarrar lo que debiera ser una invitación a reflexionar a quienes escuchan.
Tratan, muchas veces, de decir que no tenemos buenos políticos u oradores. Algún insultador, tiene variedad de lenguaje y desvergüenza con la mentira, nunca aceptable. Si, existen seres honestos.
Vemos, escuchamos, comprendemos, algunos, por sernos repetido todo, veces, las conversaciones en las que se nos comparte la brillantez, el otro día un Juan Carlos Monedero, siempre anhelante de unidad; pensamos que tiene que pedirla desde la honestidad de todos.
Saliendo por las esferas, ajenas a las sustancias que llevaron a aquel navegante por luces, ruidos y desequilibrios, nos llega noticias intensas y básicas de Pablo Iglesias nos comparte una entrevista que se le hizo, ayer, 13 de Agosto, en RTVC de Colombia.
Como con Laura, en Juan Carlos, nos adentra Pablo en análisis de honestidad con sus oyentes y de confrontación con los envenenadores. Aprender, la paciencia de escuchar y querer entener
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