miércoles, agosto 21, 2024

Desinformacion

  Pareciera que está de vacaciones y por el contrario es el momento en el que no está desinformando.

   Le echan en falta, pero, sólo en su presencia. No le piden honestidad, dignidad, lo único que le piden es que confirme sus pensamientos.

   Ayer dejábamos un campo lleno de desangrados dueños de cuentas que cuando han salido al campo de la realidad se han comido, más o menos, entre ellas.

   La realidad superó a ese escrito, cuando los dueños de esas cuentas que escanciaban odio, supieron que serían investigados, salieron como ratas de las pantallas por las que escribían deseos de muerte contra el diferente que había sido señalado.

   Provocadores, incitadores a guerras santas a los que les tiembla sus seguridades ante la mirada directa del señalado que le enfrenta.

    A Raúl Solís le defendemos de esos pequeños secuaces. A los Ferreras, Vallés les dejamos que expulsarán noticias contra quienes defendíamos. 

    ¿La diferencia? Estos son unos amorales pero cubiertos en dinero que claman por su libertad, incluso para insinuar lo uno y lo contrario. 

    Canallismo en estado puro

    La elección del foco de la noticia no es inocente. El grupo Planeta no pone delante el dinero recibido por la Comunidad de Madrid por una nueva Universidad privada, que mane títulos por oro, para dejar una alocución en la que Ayuso expulsa escritos marinos sin ningun contraste de lo afirmado.

    Del informe PISA no podías dar una insinuación sin antes confirmar los datos, si lo deglutes al exterior, sin confirmar sus componentes en realidad eres un envenenador.

   Es muy fácil apartar al deportista dopado, gente arrojadas a las arenas del pan y circo que pueden ser suplidos por nuevos Espartacos de más o menos éxito.

   En la política, aún demostrado ese dopaje, está tan generalizada la mutua desvergüenza que se protegen e incluso crean escuelas de moralidad o en su defecto se acogen a cualquier iglesia que dice tener el manantial de la Verdad. 

   Aquí andamos esperando que vuelvan, con su coraza, sus medallas de autocomplacencia y con ese color platino, que le mimetiza ante las arenas movedizas a la que nos lleva

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