jueves, agosto 08, 2024

La aparición

 Tenía, Susana, una mala costumbre desde que había empezado a correr. Vivía casi en el campo, a las afueras de una ciudad; su costumbre era no llevar cuidado a la hora de sentir las ganas de de defecar; siempre había un árbol, una piedra, un matorral.

  Hoy, estaba detrás de un seto, cuando sintió el advenimiento. Vio primero el halo y sintió un extremo empujón violento; todo salió de una manera ruda y no exceso limpia.

   Se le había aparecido Carles, sin él saberlo;

   ¡Hostias! ¿Eres quien yo creo? !

      Él otro, mira a un lado, miro a otro, por un lado como con miedo; por el otro, como averiguará enseguida, necesitado, por eso se acercó al seto continuo.

     Si no te molesta, me pregunto, ¡no veas lo que he ido aguantando!, compartiremos formas de vida.

     ¡Bueno, bueno, tampoco son los momentos más gloriosos, los que podremos exponer en fotografía

     Enseguida ha sacado un papel de una cerveza belga

         En ese momento, nuestra protagonista tomó conciencia de quien era el otro, el personaje. La cerveza Trapista se le había clavado en su memoria y al ver una parte del logo le transporto a aquellos días vividos en Namur

       Eres Carles, ¿no?  

       Muy precavido ha puesto su dedo sobre la poca; el sonido shhhhhhhhhhhhhh ha llenado el espacio.

      Ella sin oír bien, y pensando en la broma que vienen repitiendo sobre su nombre, desde tiempo inmemorial. Le ha espetado.

  ¡Qué! ¿me vas a cantar el Susanita?

      Carles a lo suyo; chica que sudores, todo esto un sinvivir, para acá para allá. Me quieren, no me quieren.

       Me dura esa margarita siete años. Fíjate que engaño bien, yo a todos los migrantes, casi, ni les quiero; pero hacerme la víctima me da un plus, para andar. Pero tanto tanto, me mueve las tripas.

      Ella, ya había culminado y se disponía a marchar. El momento no era muy romántico.

      Me das una hoja, le ha dicho, pensando que tendría más de las promociones de la Trapista, cerveza, por más señas; escanciadas de entre los cielos y las tierras llanas.

       Aquí, el susodicho, aunque andaba a calzón quitado, ha sacado un bolí como firmárselo; tranquila, ha confirmado, es un bic cristal.

      Susana, horrorizada con la imagen, el otro con el bolígrafo izado como para la rúbrica. Le ha dicho, no, no sin firmarlo, es para mi padre. que es adicto a la trapista y juez; ella, malévola no le ha aclarado que es un juez de paz en un pueblo de la Manchuela. No cree que este para exquisiteces geográficas.

       Decirlo y el otro, desaparecer, todo ha sido en un segundo.

       Desde luego no ha sido una de estas presencias que perduran en el tiempo y produce peregrinaciones, ya sabes negocios, sobrecostes, mensajes divinos en una botella de whisky de 10 años, hosssstiaaa, buenísimo. Siente la fuerza impresa en la lengua y el estallido en el cerebelo.

       Al menos, una hoja no se ha volatilizado y la ha guardado cerca del corazón, como a aquella familia.

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