Indignan, atraen, activan los titulares.
Uno, puede ser, mueren niños, mujeres, hombres refugiados en un colegio de Gaza. Los corazones de esos seres han sido desgarrados por el odio. Quienes accionaron los objetos criminales dicen cumplir órdenes que, a la vez, visten sus creencias interiores. Les infundieron miedo al diferente. A este, además, le cosificaron; les quitaron la condición humana.
Miedo y odio, cóctel para aliviar ser generadores de muerte.
Otras cabeceras más livianas, buscan la aquiescencia de los odiadores. Lanzan la palabra fracaso de las jugadoras de fútbol en las Olimpiadas por ser cuartas. Luego ya en el texto, analizan y recogen una mezcla de fallos en mitad de la grandeza; no muy lejos de lo que es la vida, no la venta de seres.
La premeditación asesina no es un fallo. El servicio a la industria armamentística está bien organizado. Incluso al lado del terrible cajón escrito, puedes poner un crucero por el pacífico Mediterráneo, todo incluido; no el ser asesinado, por supuesto.
Para que sirve la democracia si no llego a fin de mes, dice un interlocutor, como titular.
La colonia, la Era del Canario, sillas eternas, cuchicheos de toda la vida. Barriadas de Badalona, los de fuera, invasores, sus asientos de plástico molestan. Ahora una X o una Cara puede aportarnos un universo, pero no la risa de corazones que sobreviven al sol que golpea nuestras limitaciones.
El ayuntamiento nos limpia la calle de nuestras raíces, más negras, más amarillas. Ahora somos tronco, pero ¿Qué somos si los dueños nos absorber las esencias propias?. Ellos riegan campos de golf, nosotros buscamos una de sus gotas para mezclarnos con esa pulpa del tomate en la que queremos ser.
Agradecemos el alejarnos del diferente como una salvación. Mientras admitimos ser saqueados, ser minimizados en los servicios.
Pagar titulares para generar manantiales de mentiras. Nunca se secan. Nos hemos cansado de la sed, admitimos el veneno, pese a nuestras descomposiciones diarias. Ser dioses de nuestras pobrezas, ser pulcros, quitándonos los artículos de nuestra pobreza y vaciándonos de nuestros derechos a la dignidad.
Queremos el oro del waterpolo y la responsabilidad de lo que les toca gobernar.
Humillarnos no lo hace un predistigitador que ofreció lo que no podía a quienes tienen aspiraciones de ser diferente.
Nos sometemos a ponernos de rodillas el no ser capaz de reconocer a quienes luchan por nuestras carencias diarias.
Aquel "El País" que tanto me costaba dejar de leer un solo día, incluso en Alemania, titula
"Guerra Israel Gaza", ¡ay Pepa, Pepa! los moldes de las letras, los ponen las industrias armamentísticas y si, por muy grande que sean:
No tapan la sangre que generan y con tus titulares banalizas
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