Conocer la soleá, la madre del cante a través de Paco de Lucía es buscar el suelo para despegar a las búsquedas.
La anécdota sería la verbena montada por un tal Carles, que me importa; lo esencial es que una sociedad tira para adelante, aún señalada y denostada enfrente a una realidad, que impiden conocer.
Mermada, también, porqué no se presentó Podemos en Cataluña. Ada, diosa, se había descendido a Sumar porque el cielo prometido la había puesto estrellas de apariencias en los fangos de la traición, ¿Quién sale impune de la soberbia del poder? Al gobernar, representando a millones de ciudadanas.
Decepción, mucha. Gerardo Pisarello, Jaume Asens. Evitar ruidos, os dicen es el hilo de Ariadna para llegar a la nada, lo sabéis y os lo demostraron siempre. Mientras los latrocinios se suceden entre los mandamases de la derecha. Deshacerte como las palabras del sabio porquero, rebozado en sangre en puñales y sumisiones mediáticas.
No comprenden; ellos de forma culpable. Ya se ha impuesto el caos, hablar de equidistancia entre las bombillas y los cimientos.
Lo hacen, las pantallas, sus parlanchines; consiguen que repita el vecino del descastado. Este molesta, le tenemos en el descansillo.
Tan lejos las mesas de urdidores de tramas. Los áticos pagados por los Quirones de la Abundancia, que no Quijotes. Estos no molestan, vacían lo publico, nos parecen anécdotas lejanas
Los blackrocks, con sus figurones, hijos de Avernos, nos reviertan la convivencia. Cuando vemos que esta se quiebra, por la mirilla, creemos que es el próximo que toco el timbre, algún día, quizás ido, de mil desgarramiento, tal vez, beodo en pérdidas o apostador contra su negra suerte. Nada que no se haya visto, como intento propio de supervivencia.
Ellos, nos hacen hablar de ayuditas, perdemos el norte, el tiempo y para risa de ellos, el empoderamiento.
Sentimos que si tenemos que pelear; debe ser porque la vida nos dicen que son Victorias; ella, bella, se fue. Nos señalan lo ingrato de vivir en un fiasco, como marcan a unas campeonas del Mundo de fútbol, que hace una año no había llegado a ninguna final, en la lucha por oros y bronces. Adecuemos nuestras posibilidades a quienes podemos ganar, ese a quien abre la puerta enfrente. Los agoreros parecen decir, si desapareces, al menos no te etiquetaremos de perdedor.
Los poderosos, sus secuaces políticos, nos resultan tan lejanos.
Seríamos carne de continuas derrotas, no es pulcro para nuestro ánimo. Darle un respiro, con esas ganancias pírricas; al menos, nos da para contarlas en la peluquería, que nos tiene como un héroe.
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