Volver no siempre es al mismo sitio. Empiezas a echar "y una leche" a las cosas que te muestran y te vas empanando, lo cual, por sólido te deja agarrotado.
Miguel Ramos lleva años destapando muchos de los componentes de las torrijas en las que se meten muchas mentes. No es nada fácil, incluso peligroso. Ha elaborado cinco capítulos para un podcast que da a conocer trayectorias, conexiones, descubrimientos de la tela de araña con la que se elaboran trampas para que puedan gobernar mundos.
Leila se posa en sillas volantes para destramar el universo de Silvia. Te desconcierta el protagonismo de la escritora; buscar en la escucha las esquirlas por las que poder entrever otros años, aquellos pensamientos, saturados por el tiempo para ser tamizados como desquiciados o inevitables. Adentrarse en las vidas que rodeaban a la protagonista para dar un contexto de todo lo que acontecía.
Escribir en este espacio del tiempo, de las vertiginosas caídas; protegido, tomar aire ante los golpes que dejan sin respiración a los chicos de Lavapiés, parecen ajenos a quienes propinan insultos desde la impunidad de las gradas y, sin embargo, son tan semejantes, tan crueles, tan despiadados; primero, en aquel barrio los propinan quienes son investidos de protectores de un orden; ya no sabes cual, porque destruyen el equilibrio quienes zarandean los cables sobre los que circulan una sociedad en desequilibrio. Se hicieron los dueños de las descargas y las propinan para quebrar las vidas llenas de hechos comunes. Por eso, no encuentras explicación de tanto odio a quienes les sajaron las oportunidades y las convivencias en los que podrían haber sido los árboles enraizados en su nacimiento.
Al portero le atacan en el coliseo que se ha dado esta sociedad, para que ese ser pueda exprimir cada una de las gotas de odio que ha ido tomando, en las dosis suministradas por medios comunicación; pero también su propio encierro en trabajo que le alienan o paneles donde la miel que toma es la hiel de las impotencias en las que vive o las superioridades que no tiene.
Estudia Miguel a quienes se envenenan con una superioridad sobre unos seres sirvientes. Élites comunes al servicio de los dueños que utilizan a un dios inexistente que no es más que la excusa necesaria para ser investidos de una purpura de actos de dominio. Se trasvisten de enviados con todos los embustes con los que son capaces de sembrar; ellos, ángeles de la verdad.
Tristes violencias, crueles golpes, injusticias vengativas diarias entre quienes se encuentran por las calles. Se exhiben en los balcones para la tranquilidad de quienes tienen los mismos nombres de calles; se hunden la esperanza de construcciones comunes; todos los sometimientos a un orden impuesto, rasgan los dedos por enlazar.
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