Debió terminar hace algun tiempo y, sin embargo, este concede la gracia del aprendizaje. El problema de caminar entre las sombras es que pareciera que se iluminan sólo los espejos que te devuelven imágenes goyescas.
En esos días, es bueno olvidarte de todo lo demás y dejar que en la oscuridad descanse la mente. Ni luz, ni ese mensaje de abandonarse a todo lo pudiera haber sido.
Escondida por alguna hoja se atisba una historia que se te escapa; los vientos de los actos, se embarullan sobre un istmo convertido en isla. Se espera que baje la marea por si hubiera un paso por el que establecer una conexión; la violencia de los aires enerva las aguas y desorienta los caminos para el encuentro. Todo parece encerrarse por un cañón franqueado por temibles vigilantes coronados en piedras que apuntan cerrar cualquier escapatoria.
En esos días las vías para las posibles construcciones te devuelven a guaridas donde se asoman otros habitantes que pelearán por su espacio. Días de supervivencias, agujeros por donde penetran luces como cuerdas a las que asirse para escalar. Las notas de un susurro acuden como un arrullo en las que te piden que las acojas y no las tengas miedos porque en toda esa mezcla de líneas y pentagramas existe un orden en el que puede meter un pie, para encontrar la siguiente presa. Parecerá imposible encontrar la que te ayuda a escalar, entre el tiempo de lo imposible, una inspiración y un suspiro te llevará a ese lugar comienzo de otra búsqueda. Crece la punta de un asidero y el deseo de haber asumido lo que te hace ser, para coger con los dedos esa enrevesada grupos de notas desplomadas, que es una perspectiva, para otro tiempo, sin el castigo de mirar a lo que pudo ser, que era otra via, no la tuya
No hay comentarios:
Publicar un comentario