Existe un cambio en la cama que acoge tus fracasos cuando has leído unas páginas de un libro que te impacta.
Entras en el mundo Joyce; se arremolina Bob y su aceptación de "así son las cosas", Juan va a dar un curso sobre periodismo, después de haber firmado algunas de las crónicas más infames de esta profesión. Raúl, cree que aquel señor descarado y orange es un pacifista y tú, caes plácido en la cama
Te levantarás prepararás un higadillo, irás a comprar un jabón para la piel que has acariciado y en la que os habéis despertado hace un momento; lo harás a Sweny, libros amontonados y ojos estupefactos por otro tiemplo y encuentros, siempre de viajeros que no se conforman con su propia vida y se sumergen en la lectura, como dice Leila, porque la suya no es suficiente.
Darás vueltas sobre la creencia de ese alumno que cree en las palabras de quien generó más odio dentro de una sociedad que se aniquila entre armas vendidas por una libertad que no tiene tiempo para encuentros.
Te levantarás como esos ingenieros jóvenes de Google que se arrepienten de ser generados de claves para aniquilar un pueblo, como ese orador que se burló de la muerte de muchos compatriotas porque era el poder todo lo sana, y su miseria humana con la visibilidad se convierte en un ponente de una Facultad para el conocimiento
Y no Bob, no Bob Pop no existe la resignación de Sumar para ser engullida por una maquinaria mediática que vuelva al bipartidismo. Tu brillantez no es un acicate para caer de rodillas para las componendas de los Iñigos y Yolandas que han traicionado las esperanzas de entonces 6 millones, ahora pocos, pero suficientes para querer un mundo diferentes, donde no se midan las consecuencias de defender sociedades como la saharui y la palestina y donde se desnuden los tambores de guerra de quienes quieren que nuestros gastos para una sociedad sin depender de la esclavitud de la vivienda, sean derivados a maquinarias de guerra que nos venden sumisión
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