viernes, marzo 01, 2024

Ilusiones quebradas; María Vicente, ánimo

Al fondo está Facu, habla para provocar; menciona una clase con un alumnado en el que entra un asesino, así le nombra. 27 alumnos, a sexta hora en un patio. Bromea con la locura de aguantar, sabe del asesino. Por el pasillo, una ilusionada María Vicente se dirige a saltar altura. Es una gran persona, más que campeona. 

  Es la élite del atletismo, ha pasado, para sus 22 años, demasiadas lesiones. A lo mejor, todos nos ilusionamos con su futuro, todos vemos sus marcas y tenemos conciencia del valor de ellas. La gloria parece que la respetará y la dejará compartir el pedestal.  

  Ha pasado ya dos alturas, la siguiente parece factible. Todo se quiebra, a los niños que asesina el penúltimo alocado en un país que se legítima las armas, pareciera para enriquecimiento de unos, la industria y exterminio de otros, los inocentes, les homenajea Facu, porque les rompió la vida y su futuro. A María Vicente es el tendón de Aquiles quien la siega sus ilusiones, tejidas en cientos de horas de trabajo.

  Dice que no se rendirá; volverá tras cientos de hora de trabajo. Tras noches de dolor y de agujeros por las que cae hacia un vacío que no se acaba. Nada parece detenerla; el alto rendimiento es tan bello, tan lleno de plenitud como efímero, cuando lo ves desde una perspectiva de pasado. La agarró por un segundo de ese vértigo. Ánimo, lucha por ese tiempo tan único, tan personal. Quiérete y siéntete querida como atleta, como persona. Lo tienes claro, es lo que te ilusiona y amas. Desde hace años, entre la practica del personal se oían vuestros logros. Salma apostó por el tantán de un fútbol que están dignificando ellas, tú por el solitario Heptatlón; estaremos ahí, esperando oírte pero tú trabajo será esencial junto con las personas que tienes cerca. 

   Habrá otro tiempo, el de ahora, es para mandarte todo el cariño que puede transmitir un admirador de vuestros logros y deseador de vuestra particular felicidad.

  Facu Díaz, puede insinuar lo bruto, detrás existe un enorme corazón y la agudeza necesaria para señalar a los culpables y abrazar a quienes, como sobrevivientes tienen que tirar para adelante.

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