Pepe Rubianes, aquel maravilloso cómico, utiliza un lenguaje ácido y una gestualidad necesaria. Nuestro protagonista se desplaza sobre un espacio viscoso buscando un fin que parece alejarse en cada esfuerzo. Salió Piranio fuerte, confiado, soberbio a los pies que apenas conseguían centímetros de avances, se unían un cielo que se desplomaba sobre sus ilusiones, con estrellas que parecían dagas. Otro clown se refugia en su gestualidad para levantar con las sonrisas de las niñas esa techumbre tan construida de odios, cosificaciones y venta de armas a los mandamases que utilizan los magos pañuelos patrios y la chistera que silba himnos para destripar al próximo con el que debiera caminar y al que, sin embargo, le escupes como te ha dicho el maldito viento siroco con el que se alimentan cada mañana quienes necesitan veletas monetarias que indican direcciones con el mismo fervor con el que cambiarán cuando las ordenes teñidas de patrocinios les pidan apuntar a otro camino.
20 años de un horror inmenso, de la confirmación de haber caído en manos del guía de quienes son los demoniacos servidores de los grandes poderes económicos.
Algunos quisieron alabar sus apariencias de gran hacedor; olvidan que rompió las claves para mantener unida y respetada una sociedad diversa. Se ofreció dispuesto a no tener límites, el "stuntman" que buscó desde el primer momento, servir a un ego enfermizo, que no de líder, sino sólo de conductor suicida, al que se confían quienes van a vender sus productos de muerte, traiciones, comisiones, para que les muestren tejidos con vestidos con los hilos de los desacomplejados killers que serán conocidos entre los mayores miserables que ha tenido la tierra, pero que en lo inmediato habrán sido recompensados porque han sido capaces de crear odios internos dentro de un país, mientras se nutrían de comisiones y participaciones en conglomerados que empobrecen la sociedad.
Anne Boyer, poeta que se sienta escribir para hilar un mundo, donde se puedan ver los ojos de las niñas palestinas, correteando con sus ilusiones en brazos, para que nos vistamos con actos humanos, desechados los materiales corruptos del capitalismo, al que adoran esos Aznares, con rabia en los ojos enfermos de ansia. Sobre la poesía de Anne, la anarquía de los encuentros cercanos que construyen sociedades ilumina la exposición de Precious Okoyomnon en la Montaña de los Gatos. El animal es un símbolo paradójico de sufrimiento y triunfo inspirado en el texto, homónimo a la poetisa Anne Boyer.
Vivamos la imagen del cordero, que nos muestran, alejadas de la tradicional, se presenta como una criatura intuitiva y sabía, capaz de sobrevivir entre esos josemaris depredadores, introductor a los escenarios apocalípticos, de los que siempre sueñan comerán sus carroñas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario