viernes, febrero 02, 2024

Peroratas y otras formas

 Un experimento sociológico es ponerse a decir chorradas y esperar a ver cuantos creen que han visto la luz.

  Un escéptico me miraría con condescendencia y soltaría: "estas llenos de prejuicios y eres tu a quien te han envuelto en chorradas". 

  Dentro de mi cabra, hemos llegado a montar 10; bueno fue un momento en el cual mi coche se creyó por encima de todos nosotros. No sabemos que nos impulso a esa locura para aprendimos a no repetirla. Sobre todo porque uno de nosotros salió despedido y aún no lo hemos encontrado, seguro que emprendió un vuelo del cual ha considerado oportuno no darnos ninguna información. 

  Por el miedo a que se hubiera desintegrado por la velocidad alcanzada, nos fuimos haciendo más reservados y ya montamos los 5, que ya era una exageración, mientras que los otros cuatro, montaban en la Derbi 49 o en se quedaban pescando.

  En las orillas de los ríos se colocan gente de la más variada. La mujer de nuestra historia se quedó mirando a la gente de la orilla. No la quisimos dar ninguna importancia hasta llegado el momento en la que la observamos que escuchaba con cierto arrobo los sonidos de una trucha al abrir la boca. 

   Nos hizo gracias, acabamos de acudir a la reunión anual de truchas y en las diferencias conferencias que escuchamos, nos dijeron que habían aparecido la trucha anaranjada; aseguraban que daban el pego porque se ponían a hablar de aquellos oyentes habían sentido como su mente se iba en el líquido viscoso de los grandes gestos y de las palabras sin sentido. 

  Ami nos narraba en aquellos momentos como habían llegado hasta aquellas orillas y porque se sentían parte de aquella sociedad.  Afirmó que habían comprendido las flaquezas de los bocachanclas y de todos los grandes seres, que sólo lo eran "enormes" por la estupidez con la que se pavoneaban entre aquellos habitantes de las orillas.

  Amaneció un día en el que hablando en un lenguaje nuevo, desenfadado, desinhibido, todo se volvió como arenas movedizas, cuando estas nos fueron tragando, comprendimos su gravedad, cuando estas nos llegaban a los labios inferiores; demasiado tarde para cambiar el curso de nuestros hábitos

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Siameses y mercader

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