Me acuerdo de aquella mujer que pidió a una limpiadora, que rindiera más. La primera había pasado aquellos infiernos, Ahora, vivía en este, pero un poco más arriba, para que el inicio de la llama abrasara a la segunda.
Cuestión de grados; defender la iniquidad, cuando intentas salir de ella, pisando el escalón en el que se ha convertido quien busca salir de un pozo.
Tratando de surfear una corriente, me vi zarandeado por tantos seres que me rodeaban, no me eran ajenos, nos hacíamos balsas, pero para ello no podíamos dejar de escucharnos.
Como en todo, las grandes empresas las dispersan, crean otras filiales y allí, ya si es posible, quitarles uniones y derechos laborales.
Recuerdo el nombre de aquel maldito hotel, que quiso encarcelar a quien salía de otras celdas interiores.
Rabio porque hacen criminales, a quienes,
sufrieron discriminaciones iguales
Me quisieron hacer groupier, porque así podía también servir
terminé aprendiendo a ser cada día maestro, siempre en un sinvivir
Me acompañan las limpiadoras, en esa que camina, sin mirar levita
una suerte de que se descubra, entre quienes la acompañan
vagamos muchos, nos encontramos, entre días que nos desaliñan
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