sábado, febrero 24, 2024

La radio entendida

 Anda por la plaza, con su bártulos de fin de semana, y la radio encendida. Aquellos tiempos en los que era la casa el lugar de escucha ha cambiado. Incluso podría llevarla con unos "cascos" que se pone en los oídos, para que sólo sea él quien sigue los diferentes programas. Ahora podcast.

  La inercia le lleva a oírlo "a su bola" y de alguna manera a quien pasa a su lado, le suena como ruidos que guían . Cosas de la Comancheria. un territorio expoliado a sus primigenios habitantes, convertidos ya como unos apestados, por gente migrante, que como una ventaja tenían la cantidad de ellos y las armas, desconocidas por los primeros.

  Por nuestra zona Comanche, desubicada de Nuevo México y trasladada a una imaginaria barriada, vagan los seres vencidos. Existen muchas formas de eliminar a quienes no son más que perdedores; entonces, fueron las armas, el alcohol y las tretas surgidas de las mezclas de los dos elementos. Ahora puede ser una orden firmada, para que los perdedores del tiempo prolongado sean desaparecidos, por la cruel representación de la cruel sirviente idolatrada. Formas a un lado y otro espacio de los mares.

  Don't fall apart of me tonight, hoy no, proclama el abuelo; hoy llegará "el bocas" de Vallés y nos dará toda una disertación sobre la corrupción. Mezclara todo, supondrá todo y a todos conectados y será el bocazas que se hacía eco de las imputaciones sobre Podemos, que no investigaba, pero se subía a la torre de su iglesia púlpito para llevar la buena nueva de la destrucción de su enemigo particular. Nunca se volvió contra aquellos sermones que habían vilipendiado a seres humanos, no partidos. Ni cuando todo se alargaba, ni cuando todo atisbo de acusación había desaparecido. 

   Héroe para los que necesitan sus plegarias; ser con miserias, cuando consciente de sus ejecuciones olvida aplicarlas sobre quienes le pagan y le reconocen. 
    Nunca enfrentó sus certezas con quienes las había cuestionado.

    Vaga escuchando; puede correr el riesgo de dirigirse hacía el precipicio; se asoma a cañones del Colorado, Duratón o cualquier otra caída del Ángel, pero los observa por Este, Oeste, Sur y Norte; da igual se niega a que su caída sea como la de la cabra, por haberse subido a ese campanario, donde el Proclamador no era consecuencia con los datos que ponía en la querella, sino con sus creencias y sus odios.

     Enfrente, mira a los ojos, encuentra a un discípulo del periodista de las absolutas certezas. Se encuentra satisfecho, le han dicho "la Verdad", si esa que ha sido cambiada, desmentida, un número indeterminado de veces. Da igual, cada tiempo, necesita una verdad que explique el instante que se han encargado de poner en la única ventana por la que miran. 

     No quiere cascos, apaga la radio. Hablan, el viento se lleva los pensamientos, las palabras que se cruzan para dibujar soles bajo los que crecen tomates, con semillas compartidas. Llegará, meses después, el instante de abrirlos y ver las pequeñas pepitas que fueron compartidas por quienes no tenían muchas cosas más en común. 

     Escuchar Pandemia para comprender el funcionamiento de los bots que sujetan los ojos hacía la ventana que tiran la lógica, hasta desbocarse contra el duro asfalto de las mezclas de negros presagios. Por el aire, una sociedad entregada, cree volar sin fin. Ni el tiempo, ni los lugares pueden atraparles, aunque la caída sigue hacía su fin, olvidarse de su pertenencia a una comunidad. 

     Felices llegadas a la destrucción de lo público, de una sanidad que cubre a todas, a una educación que da oportunidades a los diferentes, 

      A cambio el momento de Libertad, que te da ese instante indefinido de tiempo, es tan sobrecogedor, tan de Plenitud.

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