martes, marzo 12, 2024

La Lunares

 Bailaba sobre una plataforma giratoria, lo había visto antes en alguna performance de Yoann Bourgeois. En la que más recordaba de las obras de este último autor , y por desgracia, sólo en las pequeñas dosis que da internet, observaba como tenía un dominio exquisito de su cuerpo y un conocimiento exacto de las reacciones de este sobre una cama elástica, que le devolvía a una altura de dos ó tres metros para seguir subiendo en los peldaños de la vida que cada día te resulta más difícil comenzar, entre otras cosas, porque lo que tienes que remontar es más difícil de conseguir.

   Ella, la bailadora, había logrado un equilibrio perfecto sobre aquel lugar tan peligroso, sobre todo cuando tus dos pies, en varios momentos, están en el aire. Me imagino que había elegido aquella profesión desde las juventudes de aquel grupo de baile, le había ido poniendo en disposición de mantener el equilibrio, cada vez más, sobre tablaos más complicados.

   Maestros los había encontrado expertos y con una exhaustiva trayectoria de haber visitado los saraos más difíciles. 

   Profesores, los mejores, para ella, no había habido limitado de gasto. Se había ofrecido para todo, y como decían en la película, "Todo es todo", nada la limitaría, esas eran sus contundentes palabras, cuando la anunciaban acciones como las de dar un salto sobre nuestra plataforma giratoria. 

  Hacía años que lo había adquirido, le pusieron un partenaire que quiso hacer un giro sobre si mismo, para enfrentarse a ella. No se sabe como aquel ser, también dispuesto a todo, choco con la sombra de su compañera de danza y fue este el que salió expelido y aprendido, porque no volvió a querer montarse en aquel lugar donde había descubierto que la Lunares, aún tenía menos límites que él.

   Nuestra anfitriona pareciera que iba aumentando los lunares de su traje. Sus bailes se habían afianzado, como diría aquel fanático del aeróbic, con los pasos de bajo impacto y ya con los de alto, se lanzaba con la frescura de ver el reconocimiento y protección de los tuyos y con la seguridad de que ante cualquier duda, estarías rodeado de palmeros, que aumentarían el sonido y la vistosidad de sus palmas. mientras ella se recomponía y volvía a mostrarse tan segura como descarada en subidas de piernas y el mostrarnos, esos pasos que ponen el trasero en pompa, como para decirnos, "para vosotros, un pedo".

   Y por ahí estaba el problema, tanto público maravillado, tanta sumisión de los que recibían prebendas, tanto chorizo en todo los formatos, la estaban haciendo enfrentarse a la esbeltez de su traje, con un incipiente aumento de su cuerpo, que hacía que embutirla en él, cada día fuera más dificultosa. Sucedía como en ese video, en el que al llegar la anual feria de Abril de Sevilla, aquella que quería ponerse uno, de agitanada bailadora pero como diría Neruda, ya no era la misma del año pasado. A nuestra protagonista le pasaba igual.

    Su traje era su piel y daba la impresión que las costuras de esta cada vez tenían que aguantar presión. Enfrentarse al público si seguía siendo experta; controlar el aumento de presión de lo que se estaba convirtiendo, le daba la sensación que se ahogaba. 

      Cuando salía, en aquella plataforma, se transformaba, su aversión a los enemigos la daban fuerza, tanta como seguían dando los mercenarios palmeros

   

     

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