Se lo cree "a pies juntillas", le acaban de decir que va a salir. Tiene dudas, a visto tantas sumisiones, tantos quiebros de voluntades que sabe la de veces, que en el último momento, han puesto a alguien delante suyo. Pasó cuando tuvo que enfrentarse a la defensa más chusquera, más amansada por prebendas, pero por ello, más violenta a la que se ser humano, se puede enfrentar. No ha nadie más salvaje que el que ha sido violentado en su nula dignidad por el dinero. De cara al exterior puede ponerse los ropajes más espectaculares, las joyas que les embellezcan más; pero c0uando se encuentra con su pagador, haciéndole este bromas de camaradería, se sabe sumiso, se reconoce atrapado en las mentiras que deberá destilar para favorecerle. Además, no es nadie, sólo es dinero arrojado al suelo, que él ha recogido, como podría haber cualquier otro pordiosero moral quien se arrastrará a deglutir cualquier fruto de cualquiera de las corrupciones que va cometiendo quien ahora le choca la mano como símbolo de coleguismo; pactos de sangre, le dice su dueño, a quien ahora correrá a su redacciones a narrar lo que no ha visto, bajo las palabras de las posibilidades, de los " a lo mejor", o de la creación de dudas que pudiera ser, él mismo que escribe, podría hacer sobre la paternidad de sus progenitores.
Todo está volcado en una batidora mental que dan como mezcla y alimento un batiburrillo de elusiones, ventilaciones de basura que va transformando la sociedad en una corte donde salen quienes tienen " a gala" haber convivido en los lugares más abyectos y con los seres más dañinos.
Nuestro jugador conoce todo esto, sabe que en el nuevo mensaje, su entrenador le penará por haber vivido la incongruencia de haber pensado donde estaba en aquel momento y lo que podría ser su futuro. Y como por haber alcanzado cierta gloria y verse obligado a compartir una vida de otra manera, se lo recordarían siempre.
El mister es sumiso con los que dicen defender su causa y a cambio se llenan los bolsillos sin haber dado a cambio por ella.
Porque duda de la veracidad de ese "calienta que sales", se coge unas avituallas, unas ilusiones y como Garibaldi, sale a unir un nuevo equipo.
Ese entrenador, medrador, miedoso sabe de su valía, por eso le retuvo con esa engañifa y le denigra cuando atisba los nuevos pasos.
Hubo muchos, ahora menos, pero seguidores de la habilidad y compromiso de ese jugador y otras muchas personas como él
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