viernes, marzo 29, 2024

Música en encuentros

 Montado en petardos, retraso la llegada a la explosión. Nada fácil si la efervescencia te acelera atado a las burbujas como globos de feria, propicio para ser víctima de cualquier escopeta trucada.

 El lugar de despegue, un escenario con palomar, faro desde el que observas describes instantes con el giro de ruedas.   En uno de la vida, el de hoy, te lanza para conocer las creaciones de Toni Sole; yo, una más, ser registrado en un espacio, con una luz, un contexto de primeros planos y una sonoridad que merece ser mejorada, sin miedo a exámenes periódicos. Uno de los cien, ladraba ese descalabro, cansino, sin tiempo para la reflexión.

  Deslizar sonido desde el faro de la plaza. como las exploraciones lumínicas del maestro sobre creaciones manuales que nacen en la intimidad de una mesa casera o un balcon.    

  Infinitos destellos de Dylan, dice ella, Mari Jane, cuando rompe la cuarta pared de esa plaza. Cantó el cubano Mel Semé, subió el saxofonista al lugar donde el río desciende presuroso. Se tornó el candado en calzado y el cuerpo en nave exploradora. Giraba el timón con el sentido de lo vivido, parando en playas desnudas, surfeando olas, agarrándose al viento cuando las olas se volvían arenas movedizas donde enterrarse derrotado.

  Si por un led manaban sombras sinuosas de un monte por explorar; por las terceras y los sostenidos se asomaba la paciencia para destrabar acciones de las  profundidades dormidas; clamaba el olvidado Rodríguez porque el silencio y la quietud juntarán sus labios enfervorecidos y porque sus lenguas se trenzaran con el salvaje idioma de Janis; suena saxo, sin preocuparte si el tiempo correria pesado para enterrar los sudorosos sueños sin Itacas.

   Dálmata calmado, con manchas que le personalizan. Se posan los abrazos sobre el tronco de los renacidos árboles. Uno le expele al centro donde encontrar; otro le sujeta a la corteza, para escribir te pertenezco; en el más engreído, escribe, subo, vigía de lo por llegar y en casa uno de los restantes encuentra risueñas hojas con las que hacerse cosquillas.

  Las palomas se acuestan; él, distraído nos deja reinterpretaciones para reinventarnos, fuera miedos

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