La expresión que más me viene a la cabeza acude en días paralelos. Camino y al mirar al mar contemplo a los sentimientos de culpa que trazan los mismos pasos. Algunas veces se levantan olas y lo que no esperas que ocurra, pasa. Empiezan a crecer las crestas y a ella se suben las espumas y las burbujas de aquellos tiempos y quieren bañarte de tristezas, de porqués, de culpabilidades.
Dicen que nos metieron el sentido de la culpa para que andemos siempre pesarosos y creyendo que todo podía haber sido mejor. En días como esos, te encuentras sin chubasquero y puede pasar que te abriguen narcotraficantes que parece olvidan sus fardos para para darte un abrazo.
Empiezan a hacerse fotos y te das cuenta que estás participando en una pequeña lavada de cara, con grandes resultados para la galería.
Escucha alguien la voz de Leila, porque en "la llamada" te la tienes que imaginar desbrozando cada una de las indagaciones que hizo sobre aquellos contornos. Sobre los tapices que corre va poniendo las chinchetas a los datos que ha recabado y los muestra para que tu participes en la recomposición de aquellos mundos que se habitaron. Escuchas una parte de la película de "Martín Hache", la reflexión de Héctor Alterio sobre el eterno retorno de los argentinos al desastre, cuando creen que ya dieron con la clave de la felicidad y se vuelven a echar en manos de palabras, con pólvora de fuegos artificiales; cuando las luces se apagan, se queda la más absoluta oscuridad y allí, ellos, como los narcos vuelven a sus andadas, cumplida la humanitaria labor de darte una foto.
En el sosiego que puedes encontrar en la calma playa o cuando ya te has dado cuenta que la marejada te tiene en su centro, que es lugar por donde se tragan las vidas, en esos instantes, por el horizonte se asoma una cara, es la sonrisa de quien ya no pudo librarse de su propio fin. Te ases a esa línea y empiezas a desbrozar la maldición de los recuerdos y recompones en tu propio panel, también de pasos por sendas, ahora sudorosas por nubes llenas del agua que nos han faltado desde hace mucho tiempo; cada una de las intervenciones de los demás seres y de las propias. Pugnan las tenebrosas noches que amenazan tapar para siempre, por unos días, los cielos azules, en terminar cualquier viaje, pero la curva de la picardía por la siguiente trastada que te ha preparado, hace que "grows dimmer" canta Dylan, ese pesado fardo que quería aplastarte.
Si un día asoman nuevas olas, con vientos enfervorecidos y enrabietados que quieran mezcla aquellas líneas paralela; sabes que aquellos días no cambiarán, ni tu deberás una carga que no te pertenece.
Esclavizar con el sentido de culpa. ¡uffff! ¡uffff! para los trileros, por si buscan un reconocimiento
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