Podría pasar unos días, según vayan las cosas unos meses, no parece probable que unos años. Mi momento es este instante y mi acción, nombrarla, proclamar mi admiración hacía su editoriales finales y toda su claridad expositiva en cada momento y conocer las consecuencias.
Ella se llama Laura Arroyo, hace dos meses, también se llamaba así; llevaba años siendo periodista, pero entonces lo era de Canal Red, que, como dicen quienes tratan de minusvalorarlo es un canal de youtube. Lo gracioso es que también lo es de TV pero sólo en Madrid, porque un grupo que se robaba entre ellos, para ofrecer información desde la ultraderecha, dejó la frecuencia libre. Una cosa es robar a otros y otras aguantar a los propios.
De repente, hace uno o dos meses, la televisión pública española la ha contratado como comentarista para uno de sus programa mañanero. Ha empezado a dar sus opiniones, con un condicionante que se apoya en la información recogida, en su honestidad y en no estar financiada por una Comunidad que te recuerda a cada instante quien te financia; aunque esto es una "boutade"; si fueras Noam Chomski, no te lo daban seguro.
Nadie esperaría que junto a Manu Levin, Pablo Iglesias, a Laura Arroyo, se les permitiera aparecer por ese espacio público porque se pensaba que al segundo se le había eliminado, y empezarán a dar su opinión y lo hicieran con una contundencia y una veracidad que destruye el ecosistema de manantiales de maquillajes físicos y mentales que ha sido impuesto en nuestra televisión.
Estos días, en el que un rey, que no debiera serlo, tiene que ir paseándose por lugares de éxito que le den legitimidad; en los que un periódico, As, tiene que poner la opinión de una entrenadora de equipo extranjero, Chelsea, porque sabe que sus lectores madrileños, harán los correspondientes clickbait por ser contra el Barça aunque sea femenino.
Este tiempo alberga también a los famélicos mentales que necesitan denostar y menospreciar a Laura Arroyo y lo comprenderíamos en periódicos de la llamada derecha más radical, pero en "El Plural", parece más raro, sólo si te olvidas de que da servicio a un partido que podríamos considerar de una derecha democrática.
En estado de espera para que ver en que situación ha dejado nuestro embarazo social, un presidente "obviador" de odio hacía sus aliados, que no tienen porque ser sus enemigos, que si son muchos de sus próximos. Buenos días, Emi. No, tu no, el de Toledo.
Escucho a Leila, a mí, también un hombre maduro me dijo que no podía pensar como un niño de siete años. Ella lo decía así, cuando proclamaba que su mama no trabajaba, que era ama de casa. A mi, me imponía esa disminución mental, aquel egregio ser, por querer una igualdad entre todos seres humanos, por denunciar a los ladrones, no a los pequeños sino a los que desde arriba nos despojaron de los millones que se dieron a la banca y conceden a los fondos buitres para que especulen con un bien necesario proclamado en la Constitución, la vivienda. A una Iglesia Católica, empresa multinacional, exenta de tributos que carcome la sociedad con sus negocios, en algunos casos de la mentira y en otros, de la tutela educativa desde abajo hasta arriba, y de actos, bien sea de ciudadanos libres o de profesores despistados.
Aquí en el remoto rincón, me encuentro cómodo; pero sé que no me pertenece este tiempo. Como Laura Arroyo, pertenezco al de la decencia mental y al de compromiso con la sociedad que me ha permitido ser lo que soy, ni más ni menos.
Nunca comprenderé, como dejé pasar la amoralidad de permitir que acosaran durante más de un año a alguien que me representaba. No se lo pido a Angels, porque donde trabaja sigue teniendo entre el histórico, un informe falso el PISA, que colgó una tal Ana Tarradillos cuando me imagino, ya estaba maquillada en cara y en comisiones, de las que, por supuesto, quería su parte.
Tampoco se lo pido a Pedro porque está en otra multinacional, la de ese partido, que de forma silenciosa te puede pisar el ánimo, si con eso ya te callas. ¡Ay, si insistes!, sus pies son hierro de cúpula establecida, forjada en favores.
Se lo pido, a quien esto escribe, porque no es tiempo para dejar pasar ni un asesinato más de un niño palestino, ni del Congo, ni de ninguna otra parte. Vamos tarde, sociedades como la sudafricana y la irlandesa lo hicieron desde casi el principio. Los jóvenes, los de la sobrealimentada en una libertad repartida por empresas de servicios al "servicio" de las grandes fortunas, han empezado a quitarse de esa adicción y sentirse humanos y denunciar el genocidio que se está cometiendo en Gaza.
Por todo eso, porque esta bella mañana primaveral, donde un pájaro me lleva cantando un equilibrio embriagador del universo, desde las cinco, en la que al escribir la palabra Laura, me viene a la cabeza la búsqueda de una, el compromiso de todas, la fuga de la joven, que vio una puerta abierta y decidió que fugarse de un insti, bien merecía la pena dejarte con el culo al aire.
Por pertenecer a este tiempo, ser consciente de la persona Laura Arroyo y apoyarla en su labor periodística y en su compromiso social, lo siento como un acto más, de la vida, en la que quiero explorarme.
Gracias, Laura
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