Conduzco toda la noche, sentado, al volante de mi cadillac, veo las estrellas, contemplo la vida nocturna con animales cruzándose, como alineados para no descuidarme.
Stan Getz sigue provocando un viaje astral por mi mente. Sus notas tratan de alinearse en un mapa que las olvidaron durante muchos años. El deseo olvida el pentagrama sobre las que se han subido para sentarte al lado, en Corcovado, de la chica de Ipanema.
Sale un barco con las velas de la paciencia desplegadas. Irá lenta, muchas veces las nubes esconderán la Osa Mayor que te lleva a un desconocido Baluchistán; en otros momentos las olas serán inmensas, amenazan aplastar la cubierta y destrozar el timón, para que cuando llegan los tresillos, todo se te haga inasumible. En todos esos instantes, que parecen finales, el do, grave, se abraza al mi agudo y luego se desliza a un re, otra vez grave, para que tu boca sepa paladear los matices de esos cambios, que son la playa en la que te has posado.
Descansa el cadillac, la mente se adormece en un area de descanso y se aparece un inmenso oso, a cuatro patas, torpón, cimbreante te produce un sentimiento de cariño. Cuando se pone a dos patas y se despliegue todo su esplendor, la luna llena cae baj9 la montaña de su cuerpo.
Entonces los dedos de sus dos zarpas empiezan a tocar un saxofón imaginario. Sales del coche, como la sociedad vasca salió hace ya muchos años, de la violencia del terrorismo. El miedo sería haber quedado sobre el cubículo, encender el motor y acelerar, aunque fuera para destrozar el carro de la Osa Menor.
Comprendes que no serás nada, si no te compartes con el animal, el movimiento de los dedos en tu, también, instrumento imaginario.
Llegan todas las montañas rusas del libro de canciones de Guy. Escuchas los consejos de los guías; tranquilo, el viaje durará lo que tenga que durar, pero como te indicaron las nuevas compañías; no deberás dejar de alinear cada una de las notas, bien sea con vientos portantes que amenacen hincar tu proa sobre las profundidades, bien sea cuando olas veloces te hagan sentir vértigo y estrellarte, contra los acantilados amenazantes que nunca se van, como persisten las estructuras instauradas de una dictadura, producto de un golpe de estado y sobre la que nunca se piden que se cambien o se cuestionen.
Cuando sepas que le has dado valor, a saber leer todo lo que te rodea. Un día al inicio del viejo pentagrama que te pide que condenes el terrorismo, que sucedió y dejó un abismo de huellas, que ahogaron a familias y erosionaron las estructuras que nos dimos para una convivencia. Necesitarás, para que está sea plena, cuestionar porque los sistemas de entrada de los jueces y de los policías tienen el poso venenoso de un tiempo de injusticias y eliminación de la imposición de una dictadura que dejó esas pócimas dañando la construcción de relaciones de dignidad mutua entre los habitantes de una sociedad.
Como en un círculo perfecto de esta hora, tengo ilusiones, como Leila Guerreiro y contemplo la limpieza de nuestros cielos para que las notas, con la repetición de los ciclos de sus lecturas, puedan dar la musicalidad que forman la belleza que sale del saxofón del Stan Getz. Equilibrio entre infiernos personales, como los que imponen los que miran las pajas en los ojos ajenos y permanecen cómodos, pisando fuerte con las estructuras que siguen vigentes y siempre amenazantes.
Cuando el mapa se vuelve a escribir delante de mi vista, enciendo la radio y "saudade vem corriendo" sacude el motor que descubre nuevas carreteras.
El viejo cadillac salió del garage para que nadie te marque sus rutas de intereses
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