jueves, abril 04, 2024

Una rotura de la medida

    Cuando te asomas desde un palco y delante de todo el mundo puedes tocarte los "cojones" (pi-pi-pi censurado) entonces pierdes el sentido de la medida, te crees que Patri, Claudia, Mapi y el total de todas las "15" que denunciaron una situación de desprecio y precarización de sus condición de representantes de una selección españolas, han perdido y, además, consciente que la televisión le ha convertido en un gigante mediático. Por todo ello, con su cómplice de sonrisas allí en el césped, pasa a creerse dueño de las jugadoras que han ganado ese mundial de fútbol habiéndose sometido a sus formas vejatorias y déspotas de tratarlas.

    Llega el momento clave, como Colón viendo su éxito, él ve una Copa, no la de la reina, a la que desprecio y tuvieron que coger las medallas las propias jugadoras. Ve el trofeo que le corona rey del Universo, porque siente que han ganado sus condiciones, sus reales cataplines y pasa por la cabeza, porque como contó ayer Nieves Congostrina con respecto al cuarto viaje de Colón, es el ser más importante en el mundo que se ha creado. 

   Ha visto El Padrino, la primera, la segunda, la tercera; las tres puede que una y otra vez, porque no existía twitter, porque no existían tantas aplicaciones, que estas si que son buenas, porque te embellecen y vaya, el máximo poder, el culmen de sentirte dueño de todos los que han trabajado para tí, es cuando Michael Corleane, en momento dios supremo, condena a su propio hermano, porque le expuso ante el enemigo, porque a este le abrió una puerta para la destrucción de la familia, porque confío más en los otros, que en lo que le pudiera dar él. 

    Y le agarra la cabeza a Fredo, su hermano mayor, a quien hubiera hecho caso de una manera ciega si su padre no hubiera descubierto la debilidad enfermiza, humana que tenía y le dice "me has destrozado, has atacado a la familia"

    Entonces la besa, delante de millones de televidentes, delante de una Fifa, señora de las formas pese a sus turbios negocios. Delante de una reina, que no acudió a la entrega de medallas en su propio nombre pero que profesional, como Sofía, sabe que estas cosas la sirven para lavar su imagen, para dar continuidad a su hija, a la corona, a la culminación de la institución, esclava de la imagen.

    Con fuerza, con decisión, con soberbia ha tenido tomada la cabeza y le ha dado un "piquito", para ser Dios,

    Y cae, comienza, no una rampa, en picado. Las formas, las rasgaste y por ahí, se desplomo tu imperio que creías haber consolidado.

     Un puñetero beso, se tragó la soberbia

    

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