Saco de una mochila encuentros que se escapan al instante. Metí sueños como el que dice que cada persona de nuestra sociedad pudiera cumplir con el derecho a la vivienda que le promete la Constitución; salieron por las ondas, la cara de siete ministros amancebados con el palco que les muestran poderoso y sin embargo, es un escaparate controlado por un constructor. Sus intereses, a lo largo de estos años, nada han tenido que ver aquel tiempo de los deseos, poco con el cuidado por la sociedad.
A la vez, acuden a satanizar un barrio en el centro de una ciudad, Lavapiés las fuerzas de lo que se supone un orden. Les mandan los señores del desorden que pueden haber acudido a ese espacio luz.
Dos espacios en la misma ciudad; glamour en aquellos sillones donde se negocia entre quien construye y quien debe mandar construir.
Visualización de la dependencia de los segundos con respecto al primero. Este último no te ha votado, puede que en el barrio de Lavapiés, ya tampoco mucho confíen en tus continuos malabarismos para parecer de izquierda y actuar siempre con la batuta con la que te dirigen siempre los poderosos.
El dueño de tus apariencias te ha demostrado, por sus apoyos a fundaciones de partidos de la derecha, por su trato, hecho visible con quienes si que se confían a él. Aún así, acudes, porque no eres de Bilbao, donde cada uno de los lugares utilizados a través de la ría, en las diferentes plazas es un palco del que podrías disfrutar de autenticidad.
Puede que haya cinismo, mucho; primero porque hayas conseguido que una ególatra te destruya una izquierda que si que tenía claro quienes eran su prioridad, el acceso a la vivienda. Segundo, porque pienses que en el otro extrema son muy bestias y tu apuesta, un combinado adulterado, seguro que no el que se tomo Unai Gómez, cuando fue a pedir el nuevo, tras la aparatosa caída del que se aposentaba en su cuerpo, siguiendo ese día, los ritmos del baile de San Vito. Escribíamos, tu apuesta, crees, se la va a tener que ingerir ese votante asustado por la barbarie.
Crees, ministros socialistas, Pedro, que el problema de la vivienda es un traspantajo con el que puedes hacer juego de manos para que todo siga igual. Van a saco, el capitalismo envilecido, consciente de sus debilidades, de su inminente fracaso, ya ha sacado el tema del dinero que se queda (ellos parecen insinuar que te roba) el Estado; primero han lanzado a los Figaredo, intrascendente bufón, pero al que le hemos dado bola, para ridiculizarle, pero ellos saben que ya se ha oído, en los altavoces, los que les atacan, pero también entre los que les favorecen.
Luego, ese bulo lo ha lanzado, el mantenido Garamendi, la insinuación del robo por parte de quienes mandan ha subido muchos grados, este hombre representa a la mayoría de las fortunas que van a subvencionar a los medios de comunicación y estos, estos si que son fieles, como los perros que aparecen en twitter que tanta emoción me dan, que han sido recogidos en una situación precaria y que luego pasan a una buena vida, con los cuidados de un corazón que ama a los animales. Vale el simil, por la fidelidad, no por el tipo de animal, respetable en un caso. En el caso humano, la virulencia de los ataques que lanzarán es comprensible por la manutención obtenida; se tiene que luchar pese a saber será desagradable, violenta, como cuando molestó a esos lobos, el niño pastor, sin haber comprendido aún que la sangre que ya corría por la boca de los lobeznos era un estímulo que incluso les haría olvidado su odio, miedo al humano.
Hubo un click, que rompió las cadenas, unas débiles, porque nunca se terminó de atar a una maquinaria bipartidista, otras siempre habían sido del chocolate que sacia una necesidad, puntual.
Se expusieron como maniquís, pero iban desnudos y las ropas se las pusieron los focos y quien los dirige.
Volvimos a comprender que el problema de la vivienda, dicen que con tres millones de pisos vacíos, lo van a tratar con más construcción como si quienes la necesitan estuvieran en disposición de entrar en un mercado de especulaciones, como las que se hacen sobre el céntrico Lavapies que se le criminaliza para conseguir que esa zona caiga en manos de quienes si que están acostumbrados a acudir a esos palcos. Estos, tríleros, pero no de tres cubiletes y un garbanzo, sino de mira por aquí, que guapo eres, mira por allá, ponte tibio, mira para arriba, te llueve futuro, mira para abajo, bueno para ahí no lo hagas, porque quizás descubras las trampillas por donde caerás, como uno más en la nómina de mantenidos que nos han favorecido, para que nosotros seamos infinitos.
Ministros, luceros de instantes insignificantes, en el lecho de un mar notas que las traga las olas del poder
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