domingo, julio 02, 2023

Travesia

 Al subir la cuesta encontré una cadena montañosa blanca,  belleza imposible de escalar, sólo eran nubes con formaciones, pero, por momentos, pensé que el k2, no estaba tan lejos. Aquello era tan falso, como la ignorancia que quería mostrar aquella griega, sobre su nivel de ingles, para desde su mala apariencia, conseguir sus objetivos, saber como pensaban quienes creían que no lo entendía, para poder ella seguir medrando, adaptándose a los que nosotros, ignorantes, podíamos pensar en nuestros "apriorismos"

  Son más reales, los cuatro días con su miles de pasos dados alrededor del Gállego. Todos hemos ido aceptando la ausencia de nuestro querido amigo. Queremos disfrutar de la vida porque él era eso, "puro entusiasmo por cada cosa que iba compartiendo con gente muy diversa". Desde hace años, él, con Luis eran el "alma mater"  de cuatro días de trecking por muy diferentes cadenas montañas fueran de Asturias, País Vasco o Pirineos. Los siete caminantes de este año habrán tenido cientos de pasos que habrán sido fotografías en movimiento de su vivencia con él, sus manías, su fortaleza, sus ironías, su pasión.

   Atravesamos años, como empezamos a pasar este verano desde un huerto que necesita de un mínimo cuidado para darte una exuberancia que es la explosión de la naturaleza, cuando el agua la sacia. 

  Tantas emociones que ahora se despiertan en unos metros cuadrados; en aquellos años eran fruto de ir desde Santander hasta l' Estartit, atravesando los pre Pirineos, con sus pueblos y ríos que luego nos sirvieron de escenario para descubrirnos en nuestras habilidades y debilidades  cuando nos enfrentábamos ante las diferentes corrientes y piedras, que nos transportaban a miedos, alguna impotencia, terrores, aunque la inconsciencia no los sublimará y cuando todo había pasado, un cierto sentido de falso poderío que hoy, años después, vamos comprobando que se va disminuyendo.

   En aquel pueblecito de Girona, cuando parecía que se había llegado al punto final de aquella travesía, el gran Alfonso, nuestro monitor para siempre, nos abrió la puerta al comienzo de otro descubrimiento: dar clase de vela, en optimist, embarcación individuales, algo nunca antes enseñado por mí, lo cual pudiera no parecer difícil; nos sentimos, ya desnudos del todo, cuando se nos aclaró que las sesiones se darían en el idioma francés, al cual había estudiado, pero no utilizado en la “vida real”, aquello si parecía el comienzo de un posible hundimiento. Eran niñas-os de 9 ó 10 que nunca se habían imaginado que su idioma se aplicará gritando.

   En algunos momentos, por sus silencios, como los pájaros intuyen los tsunamis, pensé que la nada habría ocupado en sus experiencias futuras por mis enseñanzas. El último día, por una cierta sensación de mi soberbia, les vi trazando un triángulo marino, controlando las diferentes formas navegación.

  Travesías, hoy, compartidas con aquellos que se ciñeron a estas tierras como lugar de partida, para lo que vivieron en sus vidas, alejados de sus raíces, pero nunca estuvieron tan desarraigados, al estar, siempre, volviendo; hoy son tus guías.

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