Al subir la cuesta encontré
una cadena montañosa blanca, belleza imposible de escalar, sólo eran
nubes con formaciones, pero, por momentos, pensé que el k2, no estaba tan
lejos. Aquello era tan falso, como la ignorancia que quería mostrar aquella
griega, sobre su nivel de ingles, para desde su mala apariencia, conseguir sus
objetivos, saber como pensaban quienes creían que no lo entendía, para poder ella seguir medrando, adaptándose a los que nosotros, ignorantes, podíamos pensar en nuestros "apriorismos"
Son más reales, los
cuatro días con su miles de pasos dados alrededor del Gállego. Todos hemos ido
aceptando la ausencia de nuestro querido amigo. Queremos disfrutar de la vida
porque él era eso, "puro entusiasmo por cada cosa que iba compartiendo con
gente muy diversa". Desde hace años, él, con Luis eran el "alma
mater" de cuatro días de trecking por muy diferentes cadenas
montañas fueran de Asturias, País Vasco o Pirineos. Los siete caminantes de este año habrán tenido cientos de pasos que
habrán sido fotografías en movimiento de su vivencia con él, sus manías, su
fortaleza, sus ironías, su pasión.
Atravesamos años,
como empezamos a pasar este verano desde un huerto que necesita de un mínimo
cuidado para darte una exuberancia que es la explosión de la naturaleza, cuando
el agua la sacia.
Tantas emociones que
ahora se despiertan en unos metros cuadrados; en aquellos años eran fruto de ir
desde Santander hasta l' Estartit, atravesando los pre Pirineos, con sus
pueblos y ríos que luego nos sirvieron de escenario para descubrirnos en
nuestras habilidades y debilidades cuando nos enfrentábamos ante las
diferentes corrientes y piedras, que nos transportaban a miedos, alguna
impotencia, terrores, aunque la inconsciencia no los sublimará y cuando todo
había pasado, un cierto sentido de falso poderío que hoy, años después, vamos
comprobando que se va disminuyendo.
En aquel
pueblecito de Girona, cuando parecía que se había llegado al punto final de
aquella travesía, el gran Alfonso, nuestro monitor para siempre, nos abrió la
puerta al comienzo de otro descubrimiento: dar clase de vela, en optimist,
embarcación individuales, algo nunca antes enseñado por mí, lo cual pudiera no
parecer difícil; nos sentimos, ya desnudos del todo, cuando se nos aclaró que
las sesiones se darían en el idioma francés, al cual había estudiado, pero no
utilizado en la “vida real”, aquello si parecía el comienzo de un posible
hundimiento. Eran niñas-os de 9 ó 10 que nunca se habían imaginado que su
idioma se aplicará gritando.
En algunos momentos, por sus
silencios, como los pájaros intuyen los tsunamis, pensé que la nada habría ocupado
en sus experiencias futuras por mis enseñanzas. El último día, por una cierta
sensación de mi soberbia, les vi trazando un triángulo marino, controlando las
diferentes formas navegación.
Travesías, hoy, compartidas con aquellos que se ciñeron a estas tierras como lugar de partida, para lo que vivieron en sus vidas, alejados de sus raíces, pero nunca estuvieron tan desarraigados, al estar, siempre, volviendo; hoy son tus guías.
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