Le miro con una cierta preocupación. Nunca pensé que utilizaría la cara que le capté cuando estaba estreñido, para dar miedo. Son momentos muy malos, hemos de reconocer.
Durante una época, todo se encerraba en mi cuerpo y no pedí que me tomaran ninguna fotografía. Sabía el significado de algunas facciones crispadas en las personas. Producen un miedo porque no querrías llegar a ese estadio violento.
Él, sin embargo, desafía un gobierno como describe Scurati, que estaban dispuestos a ejecutar las escuadras fascistas cuando Mussolini les silbaba. Cuando pasadas las elecciones y conseguidos los objetivos, les volvían a encerrar en sus propios odios, en el cual, a veces, se devoraban porque las babas te llevan a ello; entonces cambiadas las leyes, eran los jueces quienes se apresuraban aplicarlas, por su sentido de obediencia, de la que hablaba Hanna Arendt.
En Francia, con la apertura de las puertas legales para el uso de las armas, se abre la veda para la caza, de jóvenes que huyen para no pagar 20 euros o porque se asustan de controles. Muertes para los racializados.
Esa estúpida cara, con un asalvajado mensaje, es la naturalización del poderoso que ha perdido la paciencia y quiere el poder sin ningún complejo porque está dispuesto a alimentar mercenarios medios, cosas expuestas en espejos mentirosos y altavoces con canallas inyectados en odio, aunque estos aclararán al final, "no es nada personal, solo negocios".
No es tiempo para quedarse paralizados, cariacontecidos, aunque lo guay nos quiera dar besos de tornillo pero rápidos, sin explorarnos y uno, quiere que le devuelvan la pasión que entrega
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