Cuando el fisio ha puesto las manos encima, ha dicho sabes que no eres tú. He pegado un salto en la camilla y él, que sabía la reacción, primero ha amortiguado y luego me ha superado con firmeza. Había tomado todo el aspecto de aquel otro ser humano, nadie en las tres horas que había andado por la ciudad había notado nada. Me crucé con mi hermano del que no tenía noticias desde tiempo inmemorial, le pregunté por su familia y él pregunto qué tal iba mi carrera musical. Luego, marché donde estaba la mujer con la que compartí la gloria; nada noto pese a que me acarició. Nos reímos con ganas cuando con Joaquín hablamos de aquella mañana con vino y sin rosas. Todo lo que había sucedido en esas previas, buscadas con sumo interés me reafirmaba en aparecer como el mismo de siempre; pero ha sucedido, tras apretar, de nuevo, sobre la zona que le sacó esa afirmación tan impactante; con suavidad en sus palabras, me ha espetado no lo vuelvas a decir nunca, te crea gránulos de odio que te va tomando, no sólo la mente sino el cuerpo. A Willy Veleta cuando me lo he cruzado de nuevo, no le he dicho lo de Txapote y si le he dado un abrazo. Él, la primera vez, ya se dio cuenta que mi cuerpo me hacía correr porque mi mente se había embrutecido
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